La crisis económica y el estancamiento de la creación de empleo por parte de las grandes corporaciones y las pequeñas y medianas empresas ha provocado que cada vez sea mayor el número de emprendedores que decide dar un paso más y decantarse por el autoempleo como forma de salida laboral.
El apoyo de las instituciones públicas, la sencillez a la hora de emprender y las oportunidades que ofrece Internet han catapultado el fenómeno del autoempleo; se estima que en el caso de España el número de trabajadores autónomos roza el 19%, con una subida progresiva y constante. Esta tendencia al alza también está presente en buena parte de Europa y en Iberoamérica, con una tasa de autoempleo superior el 20% en México y superior al 30% en Colombia.
No necesitamos una gran idea, un proyecto enorme y costoso para ponernos en marcha. La originalidad, adaptarse a las necesidades de la gente y no endeudarnos en exceso son claves para asegurarnos el triunfo. Podemos dar nuestros primeros pasos sin ningún coste y comenzar el proyecto cuando estemos seguros de la viabilidad del mismo; debemos de tener en cuenta que los pilares fundamentales para crear una empresa son el tiempo que podemos destinar a nuestra idea y las ganas de llevarla a cabo, sin que ninguno de ellos tenga un coste económico adicional.
Tras estos primeros pasos llega el momento de ponerse en marcha, quizás en este punto el aspecto económico sea el más importante. Desgraciadamente, en el contexto actual, las entidades bancarias tradicionales han cerrado casi por completo el grifo a las nuevas iniciativas empresariales, exigiendo avales o garantías que vayan más allá del coste inicial de nuestra empresa.
No obstante, existen entidades especializadas, como por ejemplo K24, que están más abiertas a financiar este tipo de iniciativas a través de los microcréditos, además de que también se pueden aprovechar los medios -tanto a nivel de información y asesoría, como de exenciones y ayudas-, que nos ofrecen los organismos oficiales nacionales, regionales y locales.
Una vez en marcha, debemos utilizar todos los medios a nuestro alcance para que nuestra empresa se de a conocer: campañas publicitarias, el uso de redes sociales y de Internet, y todas aquellas iniciativas que puedan llamar la atención a nuestros futuros clientes. Los comienzos a veces son lentos y dificultosos, pero la perseverancia y el buen hacer son fundamentales para convertir las pequeñas ideas en grandes realidades.