Robert Brown lo tenía claro: iba a estrellar el Boeing 747 con todos sus pasajeros a bordo. Nadie iba a impedirlo.
En una historia que nos recuerda al triste suceso protagonizado por Andreas Lubitz, aunque el escenario nos retrae esta vez a octubre de 2010.
Fue entonces, tal y como da cuenta ‘Daily Mail‘, cuando este piloto de British Airways planeó al detalle su suicidio y homicidio en masa.
A MARTILLAZOS
Lo ideó un día después de haber matado a su esposa propinándola 14 martillazos.
Según declaró ante la justicia, la asesinó por haberlos abandonado a él y a dos hijos. Luego del atroz homicidio, el piloto de la reconocida compañía enterró el cuerpo en un parque público en Windsorf.
EN EL JUICIO
Fue durante el juicio que confesó sus intenciones, según se sabe ahora.
El hombre señaló que derribaría su propio avión «para hacer una declaración».
El piloto había advertido a las autoridades de la aerolínea británica que sufría de estrés luego de haberse divorciado de Joanna, su esposa hasta 2010. A pesar de su advertencia, Brown continuó trabajando hasta que cometió el brutal homicidio.
Los familiares del comandante advierten que las empresas aéreas aún no han aprendido la lección y que no tomaron los recaudos necesarios para impedir que vuelen pilotos que no están en condiciones.
«Pensé que algo debía hacerse. Quería volar una última vez y chocar la aeronave. Quería que ellos rindieran cuentas. Pensé que si iba a trabajar podía estrellar un avión o volar a Lagos y estrellarlo ahí… o colgarme en el cuarto de hotel. Quería hacer una declaración».
Sin embargo, ese día Brown se puso enfermo y fue otro piloto tomó su lugar en un vuelo hacia Nigeria. Pocas horas después, el asesino de Joanna sería detenido.