«Pensé en suicidarme, no podía aguantar tanta pena». Lo confiesa Holly Madison, la que fue una de las conejitas favoritas de Hugh Hefner, dueño de Playboy.
Hace años que Holly abandonó la mansión en la que todo parecía lujo y fiestas, y ahora vive centrada en su matrimonio y la educación de su única hija.
Pero para que la gente no piense que es todo alegría en la vida de una chica Playboy, ha decidido contar su historia en una auobiografía con el oportuno título «En la madriguera del conejo: aventuras y desventuras de una conejita Playboy».
Madison consiguió escalar puestos hasta ser la preferida de Hefner a principios del año 2000, pero dos años después pensaba ya en quitarse la vida.
«Estaba tomando un baño y pensé qué pasaría si me sumergiera en el agua y diera una bocanada. Terminaría con todo»,
asegura en el libro. Según sus palabras, Holly no disfrutó ni un solo momento de su vida en la mansión, rodeada por una valla metálica para mantener la privacidad de sus habitantes, pero que para la ex conejita «parecía construída para retenerme allí dentro».
Fue durante el rodaje del reallity «Girls of the Playboy Mansion» cuando los problemas de Holly empezaron a ser patentes, hasta el nivel de abandonar el programa y dar al garete con el negocio de Hefner.
Entre otras cosas, la ex novia del editor estaba harta de fingir fiestas y diversión todo el rato cuando en realidad «la mayor diversión de Hugh era hacernos conspirar las unas contra las otras para que nos peleáramos», revela.
«Quizá era por la marihuana y el alcohol, pero ahogarme me parecía una salida lógica para escapar de la vida ridícula que estaba viviendo»,
lamenta Holly, que llegó incluso a operarse la nariz porque se veía «fea». Según cuenta, ni siquiera pensó que Hefner fuera a echarla de menos.
«Tenía la certeza que yo era sólo un cuerpo más, como todas. «Otra rubia», diría él»,
escribe.