Con total tranquilidad y ajeno al peligro, no solo de que los dependientes le echaran el ojo encima, sino de que la serpiente le diera un bocado o se enroscara en tamaña parte con aviesas intenciones.
Es un descerebrado que robó una pitón una tienda de animales en la ciudad de Portland (Oregón, EE.UU.), y que fue grabado por una cámara de seguridad.
Estaba valorada en 200 dólares, y se la metió en los pantalones como quien no quiere la cosa.
«Tuvo suerte de que no fuera el día de la comida», aseguró el dueño del local.