Se llama Bud. Es un loro gris africano la mar de majo, y puede convertirse a la primera de cambio en testigo clave para resolver un asesinato acaecido en 2015 en Michigan. Así lo han pedido al fiscal del caso los padres de la víctima, identificada como Martin Duram, quien murió de cinco disparos en su casa. No en balde el muy parlanchín no para de repetir: «Don’t fucking shoot».
El día del asesinato, la esposa de la víctima, Genna, también fue hallada con un tiro en la cabeza, pero sobrevivió. Ahora, la mujer es un potencial sospechoso, ya que algunas especulaciones refieren que podría haber sido un atentado de homicidio y suicidio.
Genna Duram, ya recuperada, niega totalmente a estar vinculada con la muerte de su esposo. «A veces Bud habla con la voz de Martin», dice su exmujer, que ahora se hace cargo del ave. Ella fue quien grabó el vídeo donde dice «no dispares».
Robert Springstead, fiscal del condado Newaygo pone en tela de duda que algo que diga un loro puede ser utilizado como evidencia, y mucho menos como testimonio de un crimen.