Todo por una copa, o al menos los dedos de una mano. Es el Mong, un repugnante bar tailandés en el que puedes beber gratis si aceptas el desafío de jugarte el tipo. Este local ubicado al borde de una de las paradisíacas playas de Koh Lanta, al sur del país tiene un juego llamado «martillo, cuchillo, hacha y taladro» que excita el riesgo más oscuro de muchos turistas que lo visitan.
Crecen los visitantes a este rincón del mundo para los que el sol, la playa, aguas cristalinas de arena blanca o una cultura exótica no les basta, necesitan más. Y ese plus lo ofrecen en el Mong Bar.
No se sabe el origen de este macabro reto conocido como «martillo, cuchillo, hacha y taladro» pero quienes lo aceptan se juegan los dedos de la mano para lograr beberse un trago gratis en un destino vacacional cuyos paquetes turísticos están cercanos a los mil euros por persona.
En su pagina de Facebook o en la de los turistas que lo visitan hay vídeos en los que se ve la dinámica del perverso juego.
El camarero fija la mano del cliente ansioso por beber gratis sobre la barra del bar. Le coloca los dedos bien abiertos y comienza a clavar entre ellos a un velocidad cada vez mayor un martillo puntiagudo, después un afilado cuchillo, le sigue una potente hacha y termina con un taladro con broca incluida.
El camarero, diestro en el manejo rápido de estos hirientes objetos, no parpadea y mantiene un ritmo creciente en sus golpes certeros entre los dedos del ansioso bebedor. Un fallo, un error causaría importantes lesiones en los apéndices del turista que podría llegar a perderlos. Incluso los nervios de la víctima podrían jugarle una mala pasada al retirar la mano del mostrador presa del miedo sobrevenido.
El repiqueteo del martillo sobre la mesa ya pone sobre aviso del riesgo que encierra el reto. Nada en comparación con lo que vienes después. El cuchillo amenaza con desgarrar la piel y los tejidos, algo suave en comparación con los efectos de un fatal fallo con el hacha que quebrará los huesos y articulaciones de la mano en el caso de desviarse de su camino.
Pero el verdadero terror para el turista que ha aceptado el reto viene con el taladro eléctrico y su puntiaguda broca que gira a miles de vueltas amenazando con destrozar todo aquello que toque.
Los que se han enfrentado a esta prueba conjugan el miedo con gritos que exorcizan el terror a perder algún dedo. Solo tienen ese arma o rendirse y perder la apuesta y el trago gratis.
Por el momento no se conoce ninguna víctima del «martillo, cuchillo, hacha y taladro». Pero seguro que los fallos del camarero serán muescas que se graben con sangre sobre la barra del bar Mong, en Koh Lanta, Tailandia.