El pasado lunes 01 de octubre de 2018 el biólogo estadounidense James P. Allison y el médico japonés Tasuko Honjo obtuvieron el premio Nobel de Medicina, por los resultados demostrados de la inmunoterapia en la lucha de los pacientes contra el cáncer.
Watch the moment the 2018 Nobel Prize in Physiology or Medicine is announced.
Presented by Thomas Perlmann, Secretary-General of the Nobel Committee. pic.twitter.com/uSV5gp6A5P
— The Nobel Prize (@NobelPrize) 1 de octubre de 2018
Son científicos brillante, con personas brillantes detrás que, más allá de alcanzar un Nobel, marcan un hito en la historia de la humanidad, ante una enfermedad que, según el más reciente informe de la Organización Mundial de la Salud, es la sexta causa de muerte en el mundo.
Uno de esos colaboradores del Dr. Allison es el venezolano Luis Miguel Vence (45), es el coordinador de uno de los cuatro grupos, tiene a su vez un equipo de 20 personas que trabajan día y noche para ganarle la batalla al cáncer y más de una vez lo han logrado.(Premio Nobel de Medicina para el estadounidense James P. Allison y el japonés Tasuku Honjo )
Hay cuatro directores; yo me enfoco en el estudio de los tumores sólidos; hay un patólogo que estudia los exámenes patológicos; un especialista que estudia tumores líquidos y el último que trabaja en otros tipo de cáncer.
Luis es un caraqueño vivió toda su infancia y adolescencia en la avenida Rómulo Gallegos; estudió en el colegio San Agustín de El Marqués; ganó las olimpíadas matemáticas del Cenamec (Centro Nacional para el Mejoramiento de la Enseñanza de las Ciencias) y tiene un cuadro de El Ávila en su casa. Es también uno de los jefes de grupo que se alzó con el premio Nobel de Medicina 2018.
«Recibimos la noticia con mucha alegría -asegura telefónicamente desde Houston, Texas, en Estados Unidos, el lugar que ha sido su casa por los últimos doce años- . Hubo algunos de mis compañeros que brindaron, pero yo no tomo (bebidas alcohólicas). El premio es muy grande, un reconocimiento a nuestro trabajo. Eso significa que hay muchas personas beneficiándose de la inmunoterapia.», asegura todavía emocionado y sin dejar de repetir que es su jefe, James Allison, quien en realidad obtuvo el galardón.
«El sistema inmune está entrenado para atacar lo que no es parte de él (por ejemplo, infecciones que vienen de fuera); el problema es que el cáncer sí es parte del cuerpo humano. El cáncer muta, son células que proliferan rápidamente y por diferentes razones se vuelven en contra de la persona que lo alberga». La genialidad de la aproximación de Allison y su equipo es que la cura no la buscaron en el cáncer directamente, sino que ampliaron su mirada hacia el sistema inmunológico.
La respuesta la encontraron en las moléculas bautizadas como CTLA-4 y PD-1. Ambas actúan como «frenos» que impiden que los linfocitos T -una especie de soldados defensores- combatan a las células cancerosas, porque las reconocen como propias. Pero, al eliminar esa barrera, los «soldados» tienen luz verde para atacar al enemigo. En este caso, los tumores.(El Premio Nobel de Química para Frances Arnold, George Smith y Gregory Winter)
Claro, que cuando el sistema ataca al mismo cuerpo se producen las enfermedades autoinmunes, como colitis, diabetes y artritis reumatoide. Pero para contrarrestar ese efecto se utilizan esteroides que contienen los efectos secundarios.
«Este es un proceso científico que empieza con estudios animales y después pasa al ser humano. Se hacen los ensayos clínicos. Pero ya esta terapia le ha salvado la vida a mucha gente», asegura Vence, quien toda su vida ha tenido que batallar en contra de la enfermedad… personalmente.
Did you know our immune system can be used to attack cancer cells?#NobelPrize
— The Nobel Prize (@NobelPrize) 1 de octubre de 2018
«La razón por la que me dediqué a esto es por los problemas de salud de mi familia. Mi papá murió en 1990 y mi hermano en 1996 por problemas renales. Mi prima me donó un riñón y hace dos meses me trasplantaron. Sí, ya estoy bien». Apenas se reincorporó a la oficina hace tres semanas. Y entonces, ocurre esto.
Sin embargo, el PHD en inmunología hizo una salvedad: “Nunca me interesó la medicina porque desde muy joven he vivido en hospitales, y no soy bueno para manejar el dolor de los pacientes. Por eso siempre supe que lo mío era la investigación».
Su vida ha estado marcada por los estudios. «Yo viví en Caracas hasta los 17 años. Obtuve buenas calificaciones y después que me gradué, fui a Israel por un mes, representando a Venezuela porque quedé de tercero en las olimpíadas matemáticas del Cenamec. Después de eso me regresé y con una beca Gran Mariscal Ayacucho -en 1990- me fui a estudiar a Francia».(Elizabeth Blackburn, Premio Nobel de Medicina: «Tenemos que educar para distinguir pseudociencias de ciencia»)
«Al llegar aprendí el idioma durante un año en Montpellier y luego me fui a Estrasburgo por cinco años. Posteriormente estuve en Harvard e hice un postdoctorado en Dallas y finalmente, me contrataron en el MD Anderson Cancer Center, en Dallas». Allí permanece hasta hoy.
También quiso enviar un mensaje a los venezolanos en estos momentos tan difíciles que vive le país: “Si tengo que enviar un mensaje a los venezolanos sería: esperanza. Hasta en los momentos más difíciles es necesaria la lucha. Sé que no tener comida o medicamentos es terrible, pero hay que insistir y seguir, porque cada minuto de la vida es precioso y vale la pena vivirlo”