Soy una venezolana que estuvo enamorada de Argentina toda la vida. De gratis, conociéndola solo por fotos, por sus referentes geográficos, gastronómicos, musicales, deportivos, culturales… por el testimonio de amigos entrañables que me enseñaron a quererla con sus relatos. Y por eso una parrilla, un tango de Gardel, un juego de la Albiceleste, o estampas de Mar de Plata o de Buenos Aires me hacían soñar con la tierra de Mafalda.
Nunca imaginé que ese sentimiento se redimensionaría, al convertirse en la patria adoptiva de mis hijos. Ahora realmente la siento un poco mía, como por virtud de una especie de parentesco por inmigración. La tierra gaucha le ha abierto sus brazos a lo más querido de mi familia y en ella han encontrado oportunidades de futuro y calidad de vida. Después de 3 años de ausencia y desencuentro, mis hijos con mucho esfuerzo reunieron para enviarme un pasaje y poder visitarlos.
Anama y sus hijos
Ha sido como un sueño hecho realidad y desde el otro extremo del continente puedo decir que la experiencia ha sido increíble. Buenos Aires me hace sentir que estoy en otro planeta y el contraste con mi atormentada Venezuela es brutal. Y antes de tomarme una foto en el Obelisco, en Casa Rosada, en Puerto Madero o en San Telmo me asombré con la abundancia y el fácil acceso a los productos en los mercados como COTO o CARREFOUR y lo bien que funcionan los servicios.
Que el sueldo alcance para pagar la renta, la comida y vivir decentemente y puedas tener agua, luz, gas, Internet… TODO AL MISMO TIEMPO es casi una experiencia religiosa… ¡porque parece un milagro! Cosas simples y cotidianas me parecen hoy extraordinarias. Así deberían ser siempre en todas partes… así fueron alguna vez en Venezuela antes de este desastre.
Venezuela Manos rogando
Le hice una promesa a la Virgen del Luján, patrona de la Argentina…y fui a visitarla en su Basílica. Fue un momento solemne, muy emotivo. ¡Tenía tanto que agradecerle, tanto que pedirle, tanto que encomendarle! Coincidimos con una misa de Peregrinación de los Enfermos y nos sumamos con mucha fe a la oración común de todos los presentes ese día. Había personas de la capital y de diferentes provincias, pero también gente de muchos otros países que, como mis hijos hoy son residentes de esta bendita tierra.
Basilica de la Virgen de Luján
Y quise hacer mía la oración de todas las madres venezolanas que no han tenido mi fortuna de visitarla en su casa. Que deben como hasta hace poco yo también, conformarse con ver a sus hijos en una foto o en una video llamada por Skype. Quiero contarles que vale la pena el sacrificio de la separación y el dolor de la despedida, porque aquí nuestros hijos tienen la calidad de vida y el futuro que lamentablemente hoy es imposible en Venezuela. Quiero decirles que estén tranquilas, porque aunque deben trabajar muy duro, sí le ven el resultado a sus esfuerzos y pueden salir adelante. Estar en esta orilla me permite sentir lo que sienten ellos… esa mezcla de felicidad y preocupación… por todo lo que pueden lograr ellos y por todo lo que nos hace falta a nosotros.
Esto es un paréntesis hermoso en mi vida… un momento familiar por el que luchamos mucho… pero que pronto llegará a su fin cuando regrese a mi país. Muchos amigos no entienden cómo pudiendo haber salido tenga toda la intención de regresar. No es fácil dejarlos y tampoco renunciar a todas las bondades que aquí son posibles… pero mi batalla está en otro escenario, donde me espera mi madre y el resto de mi familia, para seguir luchando por rescatar una patria libre… para que Dios mediante algún día los míos y todos los venezolanos que han debido marcharse puedan regresar.
Ese día -en la Basílica- al final me acerqué al Padre que oficiaba la misa y le pedí con lágrimas en los ojos, que me permitiera colocar sobre el altar, mis guantes tricolor con la bandera de mi patria que está tan enferma.
Altar de Lujan
Muy conmovido me autorizó… y como un simbolismo esos guantes representaron las manos que se juntan en plegaria, de todos los inmigrantes que hoy están regados por el mundo, lejos de sus familias y su tierra, persiguiendo el legítimo anhelo de la libertad.
Virgen de Lujan y los guantes tricolor
Confió que nuestra Madre Celestial escuche con bondad nuestras oraciones y cubra con el manto de su protección a todos los venezolanos dentro y fuera de sus fronteras… y a todos los argentinos que les brindan una mano amiga, una oportunidad de trabajo, un apoyo para surgir y poder vivir con dignidad.
Ana María Otero de Fuentes
Madre venezolana
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