(PD).- La inmigración es un factor de riesgo a la hora de padecer enfermedades mentales que, generalmente, están desencadenadas por situaciones de estrés o sufrimiento, según ha manifestado el jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
Para este experto, en la población inmigrante es frecuente la presencia de reacciones de estrés postraumático o trastornos de somatización, tales como expresión del dolor somatizado en el cuerpo a través de síntomas digestivos, cardíacos y musculares.
Esto se debe a que el ambiente receptor «no siempre resulta fácil», como consecuencia de la diferencia en la cultura y en los hábitos de vida, lo que aumenta el riesgo de que se produzcan con frecuencia «problemas de ansiedad y depresión, sobre todo en personas vulnerables, que pueden llegar a padecer brotes psicóticos y esquizofrénicos».
Ademas, este colectivo también se ve influenciado por sus vivencias particulares, influenciados por su país de origen, la razón por la que emigraron, las condiciones de acogida del país anfitrión, los recursos socioeconómicos y su bagaje psicológico.
Estos factores definen el duelo migratorio al que se ve sometido todo inmigrante, «uno de los aspectos psicológicos más importantes de este colectivo y que hace referencia a todo lo que pierde la persona en el movimiento, que incluye tanto la pérdida emocional como la simbólica», explicó Jiménez-Arriero, coautor del estudio con Tomás Palomo.
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