(PD).- El radar del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) sí funcionó. Pero nadie tuvo en cuenta los tres «ecos» que se recibieron en Lanzarote el 15 de febrero pasado, desde una hora antes de que la patera naufragase y perdieran la vida 25 de los 32 inmigrantes clandestinos que navegaban en ella. Al menos la mitad de ellos eran menores de edad. Varios, niños de entre 8 y 10 años.
Pese a que la delegada del Gobierno en Canarias, Carolina Darias, afirmó, al personarse al día siguiente en la costa de Teguise donde se produjo la tragedia, que el SIVE no había detectado la patera, lo cierto es que en los informes internos de la Guardia Civil consta que este radar sí registró la presencia de la embarcación, pero que, por razones que aún se están dilucidando, no se activó el servicio necesario para tratar de evitar este tipo de tragedias.
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