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Descubierto al norte de Guatemala

Que no cunda el panico: El Calendario Maya certifica que el Fin del Mundo no será en 2012

Las tablas astronómicas del siglo IX, pintadas en las paredes de una casa en un yacimiento de Guatemala, describen el ciclo de la Luna y los planetas mucho más allá de 2012

Periodista Digital 12 May 2012 - 11:36 CET
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Un equipo de arqueólogos norteamericanos, procedentes de la Universidad de Boston, ha descubierto en el yacimiento de Xultún, una gran ciudad escondida en la selva de Petén, en Guatemala, el calendario maya más antiguo que se conoce.

Estas tablas astronómicas del siglo IX, que anteceden en varios siglos a los famosos códices mayas escritos en papel de corteza, están pintadas en los muros intactos de lo que parece ser la vivienda de un escribano.

Las paredes, adornadas con pinturas únicas -una de ellas representa una formación de hombres con uniformes negros-, están repletas de cientos de números garabateados.

Los glifos son cálculos de ciclos: el ceremonial de 260 días, el solar de 365 días, el de 584 días del planeta Venus y el de 780 días de Marte.

Como explica Judith de Jorge en ‘ABC’, las tablas, que intentan encontrar la armonía entre los eventos celestes y los rituales sagrados, se extienden unos 7.000 años en el futuro y son cíclicas, por lo que, según los investigadores, no proporcionan ninguna señal para pensar que el fin del mundo ocurrirá en diciembre de 2012, como la creencia popular se empeña en mantener.

El sorprendente hallazgo aparece publicado en revista Science.

Xultún, un área de 12 kilómetros cuadrados donde decenas de miles de personas vivieron una vez, comenzó a construirse en el siglo I antes de Cristo.

El lugar prosperó hasta el final del período Clásico maya -su último monumento data del año 890 d.C.- y quedó en el olvido hasta que fue descubierto hace unos cien años por unos trabajadores guatemaltecos.

En 2010, una expedición financiada por la National Geographic Society sacó a la luz una vivienda de la antigua ciudad oculta por la vegetación, a un metro bajo la superficie.

Lo que había dentro asombró a los arqueólogos. Tres muros pintados, cada uno con su propia historia, prácticamente intactos.

En ellos, pequeños glifos rojos y negros arriba y abajo por toda la pared, barras y puntos que representan columnas de números.

Pero lo que sin duda resulta más atractivo y misterioso son los calendarios y los cálculos que, en vez de en códices, como ocurriría cientos de años después -el más famoso es el códice de Dresde-, han aparecido escritos en las paredes.

El muro oriental está dominado por figuras numéricas, incluidas las columnas de números que representan los cálculos de conteo y calendario.

Algunos siguen las fases de la Luna, otros intentan reconciliar los períodos lunares con el calendario solar, una forma de predecir eclipses.

Precisamente, en el muro norte cuatro largos números que representan de un tercio de millón a 2,5 millones de días reúnen todos los ciclos astronómicos que los mayas consideraban importantes, como los de Marte, Venus y los eclipses lunares.

Estas fechas se extienden unos 7.000 años en el futuro, demasiado tiempo como para considerar que el mundo puede acabar en 2012.

NOTA.- leer artículo completo en ‘ABC

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