Un mar de barro. Es lo que se encontraron los vecinos de la pequeña ciudad de Brumadinho, al sureste de Brasil, después de que la ruptura de una represa de residuos mineros arrasara con todo a su paso: bosques, ríos, carreteras, puentes, casas y personas.
Brasil vive la repetición de una catástrofe humana y ambiental ya conocida. De nuevo, la presa de residuos de una mina cedió, creando un descomunal río de lodos que arrasó todo lo que encontró a su paso, incluido el comedor de los trabajadores de la instalación.
No sonó ninguna sirena. No hubo tiempo de evacuar a nadie. Algunos vecinos de la zona sí que pudieron escapar al ver que algo pasaba en el cauce del río.
Hasta la tarde de este 26 de enero de 2019, los bomberos habían rescatado con vida a 366 personas y encontrado 40 cadáveres, pero 300 personas continuaban desaparecidas.
Las autoridades saben que la cifra de muertos aumentará con cuentagotas a medida que se consiga penetrar en la espesa capa de lodo, que en algunos puntos tiene hasta diez metros de grosor.
Es muy probable que muchos cuerpos no aparezcan nunca. Otros, tardarán en ser recuperados.
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