Vuelven a la carga los yihadistas con su dichosa sharia, que tiene amargado y en vilo a amplias regiones bajo su sangriento califato.
Poco importa dónde esté el escenario de su nueva y sanguinaria atrocidad. El caso es que las imágenes poco dejan a la imaginación: dos hombres se quedan sin sus manos a cuchillo para pagar cara la osadía de haberle robado el móvil a un joven.

El castigo es, cómo no, público. Los verdugos, azuzados por el barbudo bocazas de turno, se aseguran de que los desventurados no mueran desangrados.
No lo hacen desde luego en un alarde piadoso, sino para cerciorarse de que ambos puedan seguir paseando enseñando sus muñones, a modo de aviso para nuevos ‘navegantes’.
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