
La expulsión en diciembre de 2016 de los terroristas islámicos de Sirte no ha paliado la situación, y los mentados se han repartido por distintas zonas haciendo de las suyas.

En el caso que nos ocupa miebros del Ejército libio capturan a uno de ellos en Bengasi, una ciudad del noreste del país, a quien ponen de rodillas y disparan.
El discurso del chulo militar no impide que el condenado se suelte una ventosidad que pasa desapercibida, aunque no evita caer abatido a balazos. Los gritos de «Alá es grande» proferidos por los presentes, da idea de por dónde van los tiros.
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