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El «Hanibal Lecter», que comió la cara a un vagabundo en Miami, iba bajo los efectos psicóticos de la «Ivory wave»

¡Atención!: Circula una droga que empuja a la gente a hacerse canibal

Una droga sintética, conocida en España como «sales minerales»

Periodista Digital 31 May 2012 - 13:50 CET
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El indigente que fue violentamente atacado por el «Hanibal Lecter» de Miami -Ruby Eugene, de 31 años- ha sido identificado por las autoridades como Ronald Poppo, de 65 años.

Poppo vivía debajo de un camino elevado. Este hombre continúa en estado crítico en la unidad de trauma del hospital Jackson Memorial.

Poppo estaba prácticamente irreconocible, ya que, el «Hanibal Lecter de Miami», le comió el 75% de su cara a plena luz del día. Tras el suceso, la Policía tuvo que dispararlo en la pierna, pero -como no reaccionó ante el disparo- acabó matándolo.

La Policía encontró al caníbal desnudo y bajo los efectos psicóticos de una nueva droga sintética, concretamente, de la «Ivory wave» conocida en España como «ola de marfil».

El problema es que es todavía es legal en algunas partes del mundo porque se comercializa en internet como «sales de baño» que invitan a la relajación.

En la etiqueta del paquete se avisa de no ser aptas para el consumo humano; de esta manera, pasan los controles contra el tráfico de drogas.

Esta sustancia comenzó a extenderse a mediados de 2010 entre los adolescentes de los Estados Unidos y en algunos países europeos como Reino Unido.

En EEUU, por ejemplo, las sales se venden en tiendas naturistas y comercios que abren las 24 horas.

Efectos de esta droga

El «Ivory wave» contiene metilendioxipirovalerona (MDPC), una sustancia similar a la cocaína y que una vez fumada, esnifada o inyectada, provoca una fuerte dependencia, además de alucinaciones, paranoia extrema y psicosis, reacciones violentas, acelera el ritmo cardíaco, y crea impulsos suicidas.

Los efectos, que se perciben a partir de cinco miligramos, pueden durar desde un día hasta una semana.

El sujeto se siente fuera de su cuerpo. Las personas que lo han probado comentan que sintieron que la gente que estaba a su alrededor, incluso seres queridos, pretendía atacarles.

La paranoia o intoxicación extrema produce que las partes de tu cuerpo no respondan ante el dolor. Es decir, a una persona se le puede romper un hueso y no experimentar dolor. Eso mismo pudo ocurrirle al «Hanibal» de Miami cuando la Policía le disparó en la pierna.

Según la Asociación Americana de Centros de Control de Envenenamiento se detectaron en todo el país, en 2010, sólo 360 casos, y en los primeros meses de 2011, 700 casos más.

No obstante, esta baja cifra es debida a que sólo se registran los casos en los que ha intervenido la Policía o los que llegan a los hospitales.

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