La mortuoria procesión casi acaba sin el triste protagonista: un cadáver que era transportado al cementerio por una familia de un pequeño pueblo de Indonesia.
Y es que durante el ajetreo, y en medio de las lamentaciones de rigor, se abre la tapa del féretro en su parte inferior, dejando caer el cuerpo a tierra.
ASPAVIENTOS
Los familiares que van detrás del cortejo se dan cuenta de la situación al darse de bruces con el finado, algo de lo que no se habían percatado los que transportaban el ataúd, que siguen caminando como si tal cosa. Lo más curioso es que uno de ellos incluso lo esquiva…
Recogido del suelo, y tras lamentarse todos haciendo aspavientos, vuelven a meter al difunto en su lugar, continuando camino al camposanto…
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