Al final del oscuro vídeo los traficantes brasileños exponen sus trofeos: cuatro dedos y un par de orejas.
A la víctima, un menesteroso que les debía dinero, le habían amputado lo mentado a cuchillo.
En la macabra grabación se puede escuchar cómo el pobre hombre gime y llora, mientras los narcos se afanan en su labor haciendo oídos sordos.
Ocurrió, cómo no, en una sórdida callejuela de una favela.
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