El pobrecito mira como un niño, tras el cristal, el truco de magia que le hace el visitante con un vaso y una castaña.

En su jaula del zoo de Barcelona no le quita ojo y, tras mover el vaso el simpático joven, desaparece lo que había en su interior.
Cuando comprobó que la bola no se encontraba allí, su reacción fue partirse de risa. Qué mono.
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