La insólita historia, -para muchos producto de la incultura y de la superstición más arraigada que no atiende a razones-, nos lleva hasta Iquitos, metrópoli de la Amazonía Peruana.
Allí, desde finales de este mes de enero de 2016, no se habla de otra cosa: un tal Antonio Soria, de 31 años, ha muerto tras haber mantenido relaciones sexuales con una fantasma de vistosa apariencia llamada Azucena.
El mentado, que se dedicaba a trasladar personas en su destartalado motocarro, se la encontró en el kilómetro 7 de una carretera ‘maldita’ cerca de un camposanto y, sin pensárselo dos veces, la engatusó para llevársela a un hostal de mala nota llamado ‘Los Cocos’ donde, tras beberse ambos unas cervezas, practicaron sexo durante dos horas.
DE VUELTA AL CEMENTERIO
La mujer, que según la dueña del lugar era rubia y que pagó la estancia -dice que hasta llevaba un móvil- le pidió a Antonio tras acabar la faena que la llevara de vuelta al cementerio, donde la había recogido, cosa que hizo el aludido.
Tras darle un beso, el hombre observó cómo atravesaba la verja entre los hierros, flotando, detalle que le provocó un pasmo de mucho cuidado.
Allí le encontraron sus familiares, tirado en el suelo sacando espuma por la boca y entre convulsiones, por lo que decidieron llevarle en volandas hasta unos chamanes para que arreglaran el desaguisado. El resultado fue que se murió.
El reportaje del vídeo que acompaña a estas líneas no tiene desperdicio…
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