Hecho una fiera, dando patadas a destajo en la cabeza del amante de su llorica mujer. Los pilló fornicando en la cama de su propio domicilio.
El gafotas chino ya tenía la mosca tras la oreja, y por eso se trajo a unos amigos de toda la vida a casa, por si le fallaban las fuerzas o le partían la cara, que uno nunca sabe.
Así, tras quedarse a gusto dándole una paliza de espanto, entran los mentados en escena haciendo lo propio, mientras el agredido no puede por más que lamentarse de los golpes resignado. Toda una escena grabada, cómo no, en la vengativa China.
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