No se sabe si es más tonta la madre o la hija. La primera por grabar la escena como si tal cosa y sacar unas perras, y la segunda por meterse en un ojo el plástico de su muñeca favorita para tener, como ella, los ojitos azules.
Así, la descerebrada niña brasileña se las ve y se las desea para sacarse la curiosa órbita ocular, tarea en la que le ayuda su madre, que en vez de ir a un médico opta por hacerse la médico, importándole un pepino si su hija se queda tuerta. Una sociedad cada vez más absurda…
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