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Ciencia

¿Comer placenta al estilo Kardashian?, estos son los riesgos para la salud

El Ministerio de Sanidad de Canadá explica los riesgos de la nueva moda de comer placentas humanas

PD América 11 Dic 2018 - 10:46 CET
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La preparan en un delicioso batido, a la parrilla y hasta en suplementos, ¡sí, la placenta humana! En los últimos años esta práctica se ha incrementado, el origen viene desde los mamíferos, quienes se comen los restos del parto después de dar a luz. Sin embargo, Canadá explica los riesgos de comerla.

Su nombre es Placentofagia y muchas madres ya la están adoptando, ¿por qué? Aparentemente previene la depresión posparto, aumenta la producción de leche materna y le devuelve la energía a la madre.

El medio del espectáculo no es la excepción. Kim Kardashian, Katie Holmes y estrellas mexicanas como Anahí no se han quedado atrás. Sin embargo, Canadá alertó sobre los riesgos que implica dicha actividad.

«Comer la placenta o consumirla en cápsulas es una decisión personal, pero la madre debe comprender que existen riesgos potenciales para ella y el bebé, al igual que no hay evidencia científica de que su consumo tenga beneficios», afirma el Ministerio de Sanidad.

Entre las posibles consecuencias están enfermedades bacterianas, tales como hepatitis y VIH, coincidiendo así con investigadores de otros países, como Australia. Particularmente Canadá no tiene la autorización de promover ningún producto con placenta humana.

Esto por las ya la conocidas cápsulas de placenta, que se venden en páginas web por hasta 250 dólares. Donde ofrecen infinidad de beneficios que hasta el momento no han sido comprobados.

Por otro lado, explica que después del parto los padres están en su derecho de pedir la placenta, sin embargo, hay que cumplir con medidas sanitarias y por ningún motivo se debe vender a terceras personas.

Pese a que existen muchísimas declaraciones sobre los beneficios de ingerir la placenta, los científicos se mantienen escépticos hasta que no sea comprobado. Por lo tanto La Asociación Médica Estadounidense no aprueba esta práctica y hace hincapié en un estudio de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de aquel país sobre contagio bacteriano.

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