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«Nunca verás la luz del día ni respirarás aire fresco»: La condena de un juez al pervertido que violó y mató a su sobrina de 5 años

PD América 25 Sep 2019 - 17:53 CET
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“Eres una porquería”, le gritó un pariente a Alex Whipple, quien fue condenado ayer a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, por violar y matar a su sobrina de 5 años. Fue una audiencia emocional en Utah donde los familiares de la niña Elizabeth “Lizzy” Shelley lo llamaron un “monstruo” que salvajemente le quitó la vida.

Whipple (22) ya se había declarado culpable de asesinato, secuestro y agresión sexual como parte de un acuerdo que desestimó los cargos de obstrucción de la justicia y profanación de un cuerpo. La desaparición de Lizzy en mayo desencadenó una búsqueda masiva y una preocupación generalizada en Logan, comunidad en el valle montañoso de Utah.

“Nunca verás la luz del día. Nunca más respirarás aire fresco”, le dijo el juez Kevin K. Allen. “Lo que hiciste fue tan aborrecible y vil que debes pasar el resto de tu vida en prisión”. Whipple se negó a hablar, bajó la cabeza y no mostró emoción durante la audiencia, informó Associated Press.

El abogado de Whipple, Shannon Demler, dijo que su cliente sabía que había cometido un acto horrible y que estaba listo para aceptar su castigo. Alegó que Whipple fue criado en una familia “imperfecta”, fue abusado físicamente cuando era niño y desarrolló problemas de salud mental y consumo de sustancias mientras estaba sin hogar.

Demler le había pedido al juez una sentencia que le diera a Whipple la oportunidad de salir algún día si fuese rehabilitado. La policía dice que Whipple mató a Lizzy el 25 de mayo, después de que su hermana lo dejó pasar la noche en la casa de la familia. Las autoridades encontraron la sangre de la niña en la ropa de Whipple y un cuchillo roto y ensangrentado de la cocina de la familia, cerca de donde estaba escondido el cuerpo.

La niña estuvo desaparecida durante cinco días antes de que Whipple le dijera a la policía dónde encontrar el cuerpo en el bosque, a menos de una manzana de su casa, después de que los fiscales acordaron no buscar la pena de muerte. La madre de Lizzy, Jessica Black, no acudió a la corte porque dijo que no podía soportar estar en la misma habitación que su hermano.

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