Trata de blancas «agita» la frontera

Según publica el diario Hoy de Ecuador, el conflicto colombiano no solo fomenta la inmigración masiva de personas de ese país hacia el Ecuador, sino la trata de blancas o prostitución en nuestra frontera, en donde las víctimas son mujeres colombianas, muchas de ellas menores de edad.

«Soraya» (nombre ficticio), huyó de los combates en Puerto Asís (Colombia) hacía Esmeraldas (Ecuador), pues varios de sus familiares fueron asesinados por los paramilitares.

Al llegar al Ecuador, la falta de dinero y de apoyo de alguna organización humanitaria le obligó a prostituirse, hasta el punto de caer en garras de una red de trata de blancas, quienes la tienen en burdeles ilegales bajo amenazas de muerte y con documentos falsos.

Tiene cédula de identidad en la que consta como ecuatoriana, la cual le costó $80. Trabaja en el nigth club «El Imperio», en el barrio Chone, donde se ha encontrado con chicas de su país, las que cada semana son transferidas a otras ciudades para evadir a la Policía.

«Mariela», de 16 años, también colombiana, trabaja clandestinamente en la prostitución, mediante contactos que se encargan de hacer vendedores y tricicleros, a turistas que llegan a Atacames, Esmeraldas.

«El servicio cuesta de $100 a $150, a clientes exclusivos que no lleguen a delatarnos», dijo Mario, quien trabaja como triciclero, mientras saca de su billetera fotos tamaño carné de las chicas que desee el cliente. Una vez elegida, llama por teléfono a su contacto para que la lleve al hotel o al sitio donde está el viajero.

En Esmeraldas, el Departamento de Recaudación Fiscal de la Intendencia tiene registrado que 70 prostíbulos funcionan legalmente en la provincia, pero descartan que existan locales clandestinos, según Carlos Arroyo, jefe de esa dependencia. Sin embargo, varios taxistas aseguran conocer ‘sitios claves’, pero no se atreven a revelarlos.

En 2006, el Innfa, Dinapen, Fiscalía y Policía Judicial, arrestaron a Lorena Loayza, Plácida Reyes y Richard Jaramillo, por corromper a menores, a quienes las reclutaban a prostíbulos facilitándoles record policial y cédulas de adultas.

Pilar Pallares, de la Asociación de Trabajadoras Sexuales «21 de Septiembre» de Esmeraldas, asegura que en los balnearios de Atacames se observa el tráfico de mujeres, incluidas menores y colombianas, pero que pese a las denuncias no ha tenido el apoyo de las autoridades respectivas.

Dueños de night club que tienen permiso legal de funcionamiento dicen que no permiten el ingreso de colombianas porque están indocumentadas y sin carné sanitario, según Mártires Rodríguez y Pedro Zambrano, dueños de estos locales.

Pero este fenómeno no sólo afecta a Esmeraldas, sino a las provincias de Sucumbíos, Orellana y Carchi.

Según cifras del Departamento de Estado de EEUU, se estima que cada año 800 mil mujeres, hombres y niños son víctimas de la trata de personas, por cuyo delito los criminales obtienen unos $9 500 millones.

«El Ecuador está haciendo firmes esfuerzos para combatir este problema global de la trata de personas, que nos afecta a todos»; dijo hace poco la embajadora de los EEUU en el país, Linda Jewell, al dar a conocer el informe anual del Departamento de Estado.

La Organización Internacional de la Mujer (OIM) calcula que el 80% de víctimas de trata de personas son mujeres y jóvenes, mientras que según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), alrededor de 5 000 niños, niñas y adolescentes son explotados sexualmente en el Ecuador, esto sin tener en cuenta a las extranjeras.

Guillermo Rovayo, director del Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes, asegura que la trata de blancas o de personas no es nuevo en la frontera colombo-ecuatoriana, pero resalta que se incrementó con el Plan Colombia, desde 2000. «El Ecuador se ha convertido en alternativa de colombianos para huir del conflicto y buscar garantizar su vida y trabajar, pero también se ha convertido en alternativa para las mafias del sexo», destacó.

Según Rovayo, no hay cifras del «sistema de esclavitud del sexo, pero se sabe que hay involucradas no sólo dueños de ese tipo de antros, sino ciertas autoridades».

«Secreto a voces»
Sexo y sicariato, unidos en Sucumbíos

En la provincia de Sucumbíos hay 24 antros del sexo, entre prostíbulos, night club, casas de cita y clubes privados, que funcionan legalmente especialmente en Lago Agrio o Nueva Loja.

Empero, hay negocios clandestinos que se esconden bajo el nombre de discotecas, barra bar o karaokes, donde se ofrece especialmente a colombianas, algunas de ellas menores de edad.
El gobernador de Sucumbíos, William Barba, está consciente que en su provincia (de 130 mil habitantes), uno de los mayores dolores de cabeza es la trata de blancas o el tráfico del sexo, donde las víctimas son especialmente colombianas que llegan huyendo del conflicto, quienes caen en poder de mafias formadas por colombianos y ecuatorianos.

Barba cree que el asesinato de la Intendente de Policía, Irene Guerrón, se debió a que las mafias de la trata de blancas no la querían, ya que ella impulsó operativos para frenar ese mal.

Orellana: colombianas compiten «deslealmente»

El Orellana existen ocho prostíbulos que funcionan legalmente, pero hay otros numerosos negocios que son atendidos por meretrices ecuatorianas y colombianas.

El horario de funcionamiento de estos antros del sexo es de 16:00 a 02:00, de lunes a viernes, y hasta las 03:00 los sábados y domingos, los que son concurridos especialmente por obreros petroleros que vienen de otras ciudades del país y trabajan 22 días seguidos lejos de sus esposas o novias.

«Norma», ecuatoriana nacida en Portoviejo (Manabí), quien ejerce la prostitución en «El Jardín», en el cantón Francisco de Orellana, confirmó que tiene compañeras colombianas, las cuales son muy «apetecidas» por los petroleros.

Según «Norma», lo malo de las colombianas es que ofrecen sexo por menos dinero, debido a que son ilegales y ganar en dólares les representa más al cambiarlos a pesos, lo que para las prostitutas ecuatorianas, «es una competencia desleal».

Tatiana N, que atiende un karaoke en Puerto Francisco de Orellana y es colombiana, dice que ese lugar también es muy concurrido por petroleros, dado a que «tienen buenos sueldos y suelen dar propina por el buen trato que reciben».

En Orellana funcionan un sinnúmero de discotecas, bares y karaokes, que en su mayoría son atendidos por chicas colombianas que ofrecen sexo, pero clandestinamente.

Autoridades municipales, Intendencia, Policía y Ejército, realizan patrullajes a toda hora, revisando que ecuatorianos porten cédula y extranjeros pasaporte, sin embargo, no se han implementado operativos para controlar el creciente negocios de burdeles.

Carchi, puerta de ingreso de prostitutas foráneas

En Carchi, oficialmente no hay casos sobre organizaciones dedicadas a la trata de blancas, no obstante, la permeabilidad de la frontera convierte al sector en escenario propicio para estos ilícitos.

El Intendente de Policía, Landivar Escobar, dijo que sabe de personas entregadas a esa actividad, que aprovechan la situación geográfica fronteriza para movilizar especialmente chicas colombianas que luego son involucradas en la prostitución en el interior del país.

En Tulcán funcionan legalmente tres prostíbulos y en el cantón Montúfar cuatro. En Tulcán, es un secreto a voces que colombianas contratan casas donde ofrecen sexo. Para Augusto Játiva, médico del Área de Salud 1, resulta peligroso visitar esos lugares, ya que las chicas no se realizan controles sanitarios.

El sociólogo Jorge Cabezas considera que Tulcán como «puerto seco entre Ecuador y Colombia», se presta para este tipo de actividad. Asegura que siempre se ha conocido y detectado que el 100% de trabajadoras sexuales provienen del vecino país.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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