(Victor Hugo Sandoval).- Pelayo Gimeno ha recorrido Europa como guía turístico. Menos Chile, al que no ha regresado ni de visita desde 1985 cuando todavía ese hombre autoritario, todo lo contrario a su admirado Mahatma Gandhi, mandaba en el país, y sus secuaces lo escuchaban todo por el otro lado del teléfono de casa. Mejor irse. Y eso hizo.
Pelayo. Dice llamarse así en memoria del rey español y es guía turístico. Quizá ya tenía pensado que la historia iba a guiar su destino. O el iba a guiarnos a través de la historia. Confuso, pero parecen ambas teorías parecen ciertas. De otro modo no se puede explicar que la vida de Pelayo parezca sacada de un libro de historia: los años infames de la dictadura, la huída, las amenazas, mejor de eso ya no hablar. El me habla de que por esos años en Chile se vivía la cúspide del pinochetismo, yo le digo que es el declive porque no faltaría mucho para que Pinochet pierda el referéndum. Pero él es el guía turístico aquí y prefiero no corregirlo.
No sé en qué momento comienza la visita guiada a Chile porque él y yo no nos hemos movido de nuestros sitios. ¿Así de claro será con el público si tuviera que hablarnos de Francia, Alemania o Irlanda? El conoce Europa y ser guía turístico ha sido el mejor trabajo que ha tenido en su vida: narrarnos el pasado, el presente y el futuro del país que le toque. Cuando llega el tema de Irlanda, se pone serio, entonces nos pone a todos en semicírculo y expone la vida difícil de tantos chilenos del país más próspero de América Latina, transformada en una especie de paisaje triste de pintor desconocido, de ese chilenos a quienes la Concertación de Alwyn, Frei, Lagos y Bachelet no ha logrado arrancar de esa que Pelayo califica miseria a patadas. Mejor irse, dijeron. Y eso hicieron.
Pelayo Gimeno Giménez
Trabaja como guía turístico, el mejor trabajo de su vida.
Nació en Santiago de Chile hace 33 años, país que abandonó a mediados de los años 80. Llegó a Portugal y luego a España.
No ha regresado a Chile desde entonces.
