(Agencias / PD).- El ministro de Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, ha denunciado que al menos cuatro líderes de las terroristas FARC se refugian entre Venezuela y Ecuador. «No es ningún secreto«, recalcó. El ministro de Defensa aseguró que esta situación se da con la complicidad de los presidentes de ambos países.
En declaraciones a la prensa, el ministro de Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, ha denunciado que cuatro dirigentes de las terroristas FARC transitan o se refugian en Ecuador y Venezuela. Esa situación, dijo, es conocida por las autoridades de los gobiernos de Rafael Correa y Hugo Chávez.
De acuerdo con Santos, en Ecuador se refugia el terrorista Raúl Reyes, considerado de uno de los siete integrantes del llamado «secretariado» de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En las últimas semanas, tropas ecuatorianas desmantelaron en la frontera un campamento de los terroristas colombianos dirigido por Reyes.
«Esto no es ningún secreto».
En Venezuela, indicó, están dirigentes de las FARC como Iván Márquez, Timoleón Jiménez, alias «Timochenko» y Germán Briceño, alias «Grannobles». Márquez fue recibido por Chávez el 8 de noviembre durante las negociaciones para lograr la liberación de los rehenes.
Nada más conocerse las declaraciones de Santos, en Caracas el ministro venezolano de Defensa, general Gustavo Rangel, dijo al canal Telesur que su homólogo vuelve a mentir.
«Estamos en presencia de una mentira más, fraguada desde concienzudos laboratorios mediáticos que indudablemente tienen sus raíces en el norte de América«, dijo e insistió en que su país «no acepta, no permite y no es afecta a la idea de que se viole su territorialidad«.
En respuesta a las declaraciones de Santos, la cancillería de Ecuador emitió una nota en el que afirma que «las autoridades de Colombia saben a cabalidad que el Estado ecuatoriano desconoce el paradero del señor Reyes».
Ecuador, dice el texto entregado a la embajada en Quito, «no aceptaría la presencia en su territorio de personas que organicen o realicen hechos violentos que afecten a un tercer país». Ambos países comparten límites que se extienden seiscientos kilómetros. EEUU considera la zona «un caldo de cultivo «para actividades ilegales, como el narcotráfico y el tráfico de armas.
