La presidenta perezosa

La presidenta perezosa


(PL).- En dos meses se ha granjeado fama de perezosa y le atribuyen un estilo más cercano a la holgazanería que a la hiperactividad que derrochaba su marido. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, CFK para algunos, este domingo cumplió 60 días de gobierno.

Como subraya Carmen de Carlos en ABC, el cronómetro de la revista «Noticias» y del periódico «Perfil», la mitad de ese tiempo lo pasó descansando.

Durante una semana un equipo de fotógrafos de «Noticias» hizo guardia entre la Casa Rosada y el helipuerto en el que aterriza a diario la jefa del Estado para dirigirse a la sede del Ejecutivo.

De este modo comprobó que, «por lo general, llega a las cuatro de la tarde, en ocasiones no va, y una vez a la semana, los jueves, entra más temprano, pasadas las diez de la mañana», consigna la revista.

De este modo, según «Noticias», en siete días hábiles, las horas de trabajo de la mujer de Néstor Kirchner quedaron reducidas a 35. Es decir, cinco diarias.

El estudio, ampliado por «Perfil», establece que la jornada laboral media de CFK en los dos meses que lleva en el poder no es tan, tan ajustada, y hay que tener en cuenta que estamos en época estival en el cono sur.

Según el periódico, la primera mujer elegida en las urnas para ocupar la Presidencia de Argentina pone un pie en su despacho oficial «alrededor de las once de la mañana y se retira a las tres de la tarde», para reincorporarse «de cinco a ocho».

Ambas publicaciones -de la misma editorial- critican que la presidenta no madrugue para atender los asuntos de Estado en la sede del Ejecutivo.

Su amiga Michelle Bachelet está como un clavo a las siete en punto en el Palacio de la Moneda. Un estudio comparativo recuerda que de los presidentes de la democracia, el más tempranero era Carlos Menem, que llegaba a la misma hora que la chilena.

Le seguía Raúl Alfonsín, a las ocho en punto; Fernando de la Rúa, a las ocho y cuarto; Néstor Kirchner, a las ocho y media, y Eduardo Duhalde, a las nueve.

Otra de las características del nuevo estilo CFK es la estética. A excepción de Carlos Menem, el resto de los presidentes han tenido un vestuario sobrio. El máximo exponente en ese sentido fue el propio Kirchner.

Abonado a los mocasines y a los trajes cruzados sin abrochar, al ex presidente -para muchos el poder real en la sombra- le trae sin cuidado su aspecto. Su mujer es otra cosa.

En sus dos meses, CFK ha repetido vestuario una sola vez, y ha posado feliz con Serrat, Sabina, Antonio Banderas, Melanie Griffith y Naomi Campbell. Para estas ocasiones seleccionó con cuidado los colores.

El 33% de sus apariciones recurrió al rosa, el 27% a estampados en colores intensos y oscuros, el 16 a los blancos o crudos y el 12 a negros y grises.

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