Más de un millón de ilegales

El número de extranjeros empadronados a 1 de enero de 2006 ascendía a 3,88 millones (según datos provisionales del padrón ofrecidos por el INE). La diferencia entre los extranjeros con tarjeta o autorización de residencia y los empadronados suele servir como punto de partida para intentar una primera aproximación.

Precisamente de comparar ambas cifras se extrae el dato de que hay más de un millón de extranjeros empadronados que no tienen sus papeles en regla. Más de un millón de personas irregulares para la Policía, pero regularizadas en el padrón.

Pero tal cálculo sirve sólo como simple estimación, por varios motivos: porque a día de hoy, tanto la cifra del censo como la de extranjeros residentes habrá aumentado; porque no todos los extranjeros sin papeles se empadronan en su lugar de residencia; porque algunos empadronados no están ya en nuestro país; y porque los datos del padrón deben interpretarse con ciertas reservas.

Errores administrativos permiten que un individuo esté empadronado en dos lugares a un mismo tiempo, que medio centenar de personas aparezcan empadronadas en el mismo domicilio e incluso que extranjeros que ni siquiera están ni han estado en España figuren en el padrón de algún ayuntamiento de nuestro país.

En un intento de subsanar este error para ofrecer una cifra más realista, el padrón provisional no incluye a 492.952 extranjeros no comunitarios que no tienen permiso de residencia y que, según la presidenta del INE, Carmen Alcaide, no son considerados ‘irregulares’ porque «no están o no han estado nunca» en España.

Son 492.952 individuos que no han cumplido con la olbigación de renovar su empadronamiento cada dos años, tal y como establece la actual Ley de Extranjería.

El trámite para el empadronamiento —que permite acceder a prestaciones sociales como la educación y la sanidad— es relativamente sencillo: basta con presentar el pasaporte y un justificante de residencia (contrato de alquiler, recibo de la luz, agua, teléfono…). Y una vez que un individuo figura empadronado en un domicilio, puede dar de alta en él a cualquiera.

Hasta hace poco, no ha habido excesivo celo por corregir estos posibles errores y duplicidades (no hay que olvidar que los ayuntamientos reciben dinero del Estado en función de su población).

En Valencia, Málaga y Madrid —donde se registró una importante subida de empadronamientos de extranjeros en 2004 desde que se comenzó a hablar de un posible proceso de regularización extraordinaria— se aplican desde hace tiempo medidas de vigilancia y restricción para impedir empadronamientos masivos en un mismo domicilio.

A la hora calcular cuántos extranjeros sin papeles hay en España, habría que «sumar un 10%, e incluso más en el caso de rumanos y búlgaros», según el portavoz del sindicato policial CEP, Rodrigo Gavilán, que asegura que a través de los Pirineos entran cada día 2.000 extranjeros que no son ciudadanos comunitarios».

Paradójicamente, la comunidad marroquí, la más numerosa en cuanto a tarjetas de residencia y empadronamientos, queda relegada a un segundo plano a la hora de hablar de extranjeros ilegales en territorio español. Ecuatorianos, rumanos, colombianos y argentinos —por este orden— son las principales nacionalidades que engrosan las bolsas de la inmigración ilegal en nuestro país.

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