El alcalde de Nueva York le paga a los padres para que hagan lo que es bueno para sus hijos

El alcalde de Nueva York le paga a los padres para que hagan lo que es bueno para sus hijos

(PD).-Michael Bloomberg cree que el soborno funciona y por eso está dispuesto a pagar a los padres para que hagan lo que es bueno para sus hijos. Ofrece dinero a las familias y enseña a mejorar la situación de la salud y la educación.

No pasa todos los días que una ciudad norteamericana toma lecciones de soborno de Latinoamérica. Pero el programa Opportunity NYC en la ciudad de Nueva York, un plan de financiación privada que recompensa a padres e hijos con efectivo por hacer cosas como tener una buena salud, exámenes y aprobados escolares, tiene una deuda de gratitud al sur de la frontera. Gran Bretaña y otros países europeos están contemplando reformas similares. Al hacerlo, plantean la gran pregunta: ¿se debe pagar a la gente por hacer lo que entra dentro ya de sus intereses?

La popularidad de estas iniciativas -informa The Economist– se remonta más de una década atrás a México, que reemplazó las ayudas monetarias incondicionales a los pobres con transferencias de efectivo condicionadas (CCT). Eso significaba que el dinero tenía condiciones: llegaba, por ejemplo, mientras los hijos asistieran a la escuela, se hicieran chequeos regulares, o si los bebés y las madres embarazadas tomaban suplementos nutricionales. Maureen Lewis, del Banco Mundial, argumenta que las CCT «han captado la atención ahora» porque han funcionado bajo un amplio abanico de circunstancias, desde los vertederos brasileños hasta las aldeas de Nicaragua y México.

El programa Oportunidades de México (de ahí el nombre en Nueva York) se discute en el Lancet, un diario médico británico, entre académicos de la Universidad de California en Berkeley. Concluye que el dinero con condiciones mejoró el peso de los hijos, redujo su obesidad y mejoró su desarrollo cognitivo y motriz, así como sus habilidades lingüísticas.

Un motivo del éxito es que el dinero extra ayuda a superar barreras. Los padres muy pobres carecen tanto del tiempo libre como del dinero para llevar a su hijo al médico, por ejemplo, de manera que una pequeña suma que ayude a sufragar el coste del transporte por los salarios perdidos es con frecuencia suficiente para motivarles. Podría no funcionar en todos los países, no obstante: ofrecer efectivo a cambio de chequeos a los africanos rurales pobres no logrará nada si no hay un médico o clínica acerca.

Otra razón de que las CCT funcionen es que animan al pobre a redefinir sus intereses. Muchos padres al borde de la línea de la pobreza mantienen a los hijos fuera de la escuela para que ellos puedan ganar los tan necesarios ingresos. Inyectar efectivo puede liberar a los padres para enviar a sus hijos a la escuela. Asimismo, dado que los muy pobres tienen que luchar tanto que la propia supervivencia se pone en duda con frecuencia, sus cálculos de intereses con frecuencia dependen de manera contundente de la ayuda social futura. El efectivo con condiciones parece una buena manera de fomentar el desarrollo a un plazo más largo que beneficia tanto al individuo como a la sociedad.

De acuerdo, dicen los escépticos, las CCT pueden funcionar en los países pobres, pero ciertamente no son relevantes en ejemplos de prosperidad como la ciudad de Nueva York. Después de todo, los lugares así tienen redes sociales de seguridad y leyes contra el trabajo infantil, de manera que es menos probable que los pobres se vean tan desesperados como para que el efectivo influya en su comportamiento. Linda Gibbs, alcaldesa en funciones de Nueva York, discrepa bastante. Ella insiste que las madres dependientes de la ayuda social en su ciudad se enfrentan al mismo tipo de acuciantes carestías de tiempo y dinero a las que se enfrentan los pobres de Latinoamérica: «¿Lleva a su hijo al médico la madre o va a trabajar?» Un incentivo monetario lo bastante grande, argumenta, puede persuadir a esa madre de tomarse tiempo libre del trabajo para comprobar la salud de su hijo.

Para poner a prueba esa teoría, la ciudad esta instaurando diversos programas piloto financiados en parte por una organización de caridad dirigida por Michael Bloomberg, el alcalde, que ofrece dinero a las familias y enseña a mejorar la situación de la salud y la educación. REACH, otra organización filantrópica privada de la ciudad, está ofreciendo dinero directamente a los estudiantes de los vecindarios pobres con notas sobresalientes en exámenes avanzados diseñados para estudiantes de orientación universitaria. Los negros, que componen casi el 15% del programa estudiantil de la ciudad, logran menos del 4% de las notas más altas en esos exámenes hoy. Pero un plan similar en Dallas ha logrado incrementar la cifra que los que obtienen otras altas hasta alrededor del 30%.

¿Es esto simplemente otro paso en el descenso hacia el estado niñera? Los planes de vía más estrecha no podrían ser en absoluto más complejos de dirigir, difíciles de digerir para el bolsillo público, y desmotivar adicionalmente a aquellos que se quedan detrás. Ofrecer dinero para cambiar hábitos asentados malos, como fumar o comer más de la cuenta, no ha funcionado. Pero los desembolsos vinculados a transacciones a corto plazo tales como obligar a los drogadictos a seguir un tratamiento para la tuberculosis o a los pacientes deprimidos a ver a sus psiquiatras, han mostrado ya resultados prometedores. En las crudas palabras de un funcionario de Nueva York: «Saca la cartera y lo peor de esta ciudad se pone manos a la obra”.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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