Repartir inmigrantes por los colegios para evitar la creación del gueto

(PL).- ¿Puede ocurrir en España lo que en Francia? ¿Estamos en ciernes de los guetos? ¿Habrá pronto una segregación estrictya, por zonas, barrios y establecimientos entre españoles de cuna y los llegados para trabajar y vivir entre nosotros?.

Varios expertos dicen que el riesgo existe. Aseguran que todo depende no sólo del reparto entre los centros, sino de la política de vivienda y de cómo se hacen los distritos escolares, que priman la proximidad al domicilio y estimulan los guetos.

Explica Sebastian Tobarra en El País que hay dos cifras llamativas que apuntan en esa dirección. La primera es que, aunque la estadística dice que hoy el 8,4% de los escolares son extranjeros en España (el 6,7% en la etapa obligatoria que acaba a los 16 años), la escuela pública obligatoria está asumiendo el grueso de la avalancha.

Dicho de otra forma, la escuela concertada -financiada con fondos públicos- apenas acoge a estos estudiantes, salvo excepciones. Y la segunda conclusión: que ya hay barrios y escuelas donde los inmigrantes son el 80% y más.

¿Qué hacer para evitarlo? «Hay que combatir los guetos. Son un obstáculo para la igualdad o para el ascensor social, si se quiere», dice el sociólogo y profesor de la Universidad de Salamanca Mariano Fernández Enguita.

«La integración se produce cuando un grupo que ya está guetizado crea su clase media. Eso suele tardar tiempo, pero es la forma de que salgan del gueto», añade.

Escuelas e institutos públicos llevan años asumiendo una cuota muy por encima del número de plazas que tienen. Disponen del 66,1% de las plazas de la etapa escolar entre infantil, primaria y secundaria (cuando acaba la enseñanza obligatoria), pero escolarizan al 82,3% de los 534.000 inmigrantes de estas etapas, según cifras del Ministerio de Educación. Los centros privados, en su mayoría concertados, sólo acogen al 17,7% de los alumnos extranjeros.

¿Por qué los privados escolarizan a pocos extranjeros? «Somos conscientes de que nos falta un trecho para acoger a más», afirma Manuel de Castro, secretario general de la Federación Española de Religiosos de Enseñanza (FERE). «Pero nuestros centros suelen ser antiguos y están en zonas donde hay pocos inmigrantes. Y cuando llegan alumnos con el curso empezado suelen estar llenos».

No piensa igual el profesor de sociología de la Universidad de Valencia Francisco Torres. «Los concertados suelen rechazarles. Además, están financiados por la Administración y tienen obligación de tener reserva de plazas para quienes llegan con el curso empezado», dice Torres.

La concentración de extranjeros en centros públicos es alta en varias comunidades como Madrid, Extremadura, Cataluña, Castilla-La Mancha, Canarias, Murcia o la Comunidad Valenciana.

Pero repartir a los alumnos foráneos por centros no es suficiente para atajar los guetos. Estudiosos de este tema como Juli Ponce Solé, y Mariano Fernández Enguita ven clave la política de vivienda. Ponce, profesor de derecho administrativo de la Universidad de Barcelona, afirma: «Los barrios más populares concentran las viviendas protegidas. Habría que hacerlas también en barrios más acomodados. Si queremos que no pase lo que en París, las políticas de educación y de vivienda deben coordinarse. Los puntos que se dan a las familias para acceder a una plaza por vivir cerca indican que no se estudia donde se quiere, sino donde se puede», recalca Ponce profesor, autor del libro Segregación escolar e inmigración.

Fernández Enguita coincide en que «la concentración de inmigrantes en algunos barrios y centros no es sólo un asunto escolar, sino de política social y de vivienda y de cómo se crean las zonas escolares». Este sociólogo cuestiona repartir a los alumnos inmigrantes por zonas de forma no voluntaria como se llegó a hacer en EE UU.

«Salvo que sea voluntario, mover a los chicos cada día a varios kilómetros de casa, el busing [transporte de alumnos en autobuses] no sólo tiene coste económico sino también social porque se les aleja de su barrio, de sus vecinos y amigos», añade.

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