El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo que la inmigración no ha de controlarse con «leyes más duras» ni con «discursos henchidos», ya que ambas respuestas son «simplemente una terapia tranquilizadora en un momento coyuntural».
(EFE).-Zapatero, que acudió el pasado jueves a la presentación del libro el juez Baltasar Garzón «La línea del horizonte», hizo esta afirmación en el marco de un debate que, entre otros asuntos, abordó el sistema que el Gobierno de Italia ha elaborado recientemente para combatir la inmigración ilegal.
El jefe del Ejecutivo criticó que en el seno de la UE haya Estados que «corran por delante» o «en solitario a la hora de establecer decisiones» y, en cambio, defendió un sistema de cooperación común.
«Mientras no construyamos en su inmensidad una política común de la UE no tendremos una respuesta satisfactoria al problema migratorio», recalcó el presidente del Gobierno.
Por ello, insistió en que atajar la inmigración irregular desde la reforma legislativa es «insuficiente», ya que, a su juicio, «no hay respuesta de gobernabilidad» a este fenómeno «si no hay cooperación con los países de origen» y si, en consecuencia, no existen relaciones diplomáticas ni ayudas al desarrollo.
Zapatero, en definitiva, defendió la cooperación con los países de origen como la «única respuesta eficaz» contra la inmigración irregular «a medio y a largo plazo».
En este contexto, Zapatero eludió cualquier referencia a Italia, país que acaba de modificar su legislación para hacer frente a la inmigración y a donde irá el presidente la semana próxima para participar en la Cumbre de la FAO.
«No es fácil pronunciarse sobre Italia», dijo Zapatero y subrayó que se trata de un «país amigo, hermano y socio en la Unión Europea».
Por otra parte, el presidente dijo que su Gobierno estudia ampliar de cuarenta a sesenta días el plazo legal máximo de reclusión de inmigrantes irregulares en los centros de internamiento.
El plazo de cuarenta días puede ser en ocasiones «muy reducido», dijo el gobernante, ya que la rapidez con la que se puede gestionar la repatriación de un inmigrante irregular depende de las relaciones que se mantienen con su país de origen.
