«Que los inmigrantes rechacen el castellano…»

"Que los inmigrantes rechacen el castellano..."

(PL).- Con la excusa de promocionar el catalán entre la población inmigrante, la Generalitat de Cataluña ha iniciado una campaña destinada a eliminar al castellano de la vida social, como si de un idioma extranjero se tratara.

«¡Aprende catalán para mejorar en tu trabajo!». «Quien quiera prosperar, ha de aprender el catalán». Las premisas pasan del simple consejo a la advertencia.

A lo largo de la cincuentena de páginas de la guía, coordinada por la Plataforma per la Llengua con el beneplácito de la Administración catalana, se inculca a las familias inmigrantes que su porvenir depende de su «empatía» para aprender catalán.

«Para ayudar a tus hijos en la escuela», «para mejorar en tu trabajo», «para que te entiendan y conozcan»; así se apela a los extranjeros para que se expresen en catalán, dando a entender que con el castellano no van a obtener esos beneficios, y despojándole así, por la vía de los hechos, de la condición de lengua oficial.

La campaña, que se difunde con trípticos que han sido repartidos en locutorios, centros cívicos y ayuntamientos, identifica única y exclusivamente a la lengua catalana como aquélla que deben usar los inmigrantes en su vida cotidiana, incluso aunque provengan de países latinoamericanos y su idioma materno sea el castellano.

Rosa Díez, la diputada de Unión, Progreso y Democracia (UPyD), acusó ayer al Gobierno socialista de no hacer nada contra «la discriminación que sufren miles de familias» que no pueden educar a sus hijos en lengua castellana en varias comunidades autónomas.

Rosa, convertida en un baluarte de la oposición en momentos en que el PP parece perdido en su batalla interna, fue muy clara:

«Cuando se llama política lingüística a excluir el castellano, la lengua del Estado, de todo espacio público, eso es una discriminación», indicó Díez. «Es un atentado contra la libertad y contra la igualdad».

Elena Salgado, ministra de Administraciones Públicas, le respondió que no pretenda erigirse en la máxima intérprete de la Constitución y situarse «por encima del Tribunal Constitucional».


EJEMPLOS PARA METER EN VEREDA AL PERSONAL

La guía de la Generalitat recoge la experiencia de la ciudadana Carmen Pérez, cuya lengua materna -advierte el texto- es el castellano.

Indica que «los catalanohablantes no tendrían que cambiar de lengua [al hablar a quienes no la entienden] porque, en el fondo, es la única manera de encontrar espacios donde aprenderla». Asimismo, la polaca Alexandra Lun se lamenta de que «el hecho de que no te hablen en catalán te impide llevar una vida normal porque, cuando tú vas a comprar el pan, ya te recuerdan que no eres de aquí».

Pero, ¿y si el inmigrante que llega por primera vez a Cataluña no entiende ni palabra?

El tríptico no ofrece ninguna opción alternativa.

Otro indicativo singular de la percepción que los inmigrantes recién llegados adoptan sobre la realidad catalana es la que defiende Mohammed Iqbal, cuya lengua materna es el urdú y afirma que «quien quiere prosperidad, tiene que aprender el catalán».

Esta última consideración está en la línea esgrimida por la mayoría de extranjeros que escogen Cataluña para completar sus estudios o buscar fortuna en el mercado laboral catalán y reconocen tener dificultad para progresar en su campo al no acreditar un dominio del catalán aceptable para poder desarrollar un futuro prometedor.

UNA OFENSIVA INAUDITA

Resulta cuando menos sorprendente que esta ofensiva contra la lengua común del Estado la desarrolle el mismo partido que gobierna en España. Pero es que no es sólo el caso de José Montilla: una campaña similar está llevando a cabo el Ayuntamiento de Palma, gobernado por la socialista Aina Calvo.

Lejos de enfrentarse al problema, que como bien denunció ayer Rosa Díez en el Congreso afecta a valores constitucionales y cuestiona «la libertad y la igualdad» entre españoles, el PSOE prefiere seguir mirando hacia otro lado, anteponiendo su interés electoral a la legalidad.

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