La huida hacia adelante de Evo Morales

La huida hacia adelante de Evo Morales

(PD).-El populismo y el indigenismo radical están instalados en una peligrosa huida hacia delante. Sus acciones políticas son cada vez más histriónicas y su discurso cada vez más radical. Los últimos acontecimientos ponen de manifiesto la quiebra en el seno de la sociedad boliviana. Gustavo de Arístegui denuncia el abuso torticero que el populismo chavista y el indigenismo radical han hecho del sufrimiento y las aspiraciones indigenistas.

Gustavo de Arístegui hace un minucioso análisis en El Mundo de la Bolivia en llamas de Evo Morales. Denuncia el abuso torticero que el populismo chavista y el indigenismo radical han hecho del sufrimiento y las aspiraciones indigenistas y recuerda que la violencia y la inestabilidad que se están adueñando de Bolivia tienen su origen en una forma de gobernar que ha querido excluir a la mitad del país.

Hace años que advertimos de la preocupante deriva en la que se estaban instalando el populismo y el indigenismo radical. Conviene arrancar diciendo que los pueblos indígenas de América han sido marginados, olvidados y apartados durante décadas, incluso siglos, y que muchas de sus reivindicaciones son perfectamente justas además de legítimas. Cosa bien distinta es el abuso torticero que el populismo chavista y el indigenismo radical han hecho del sufrimiento, las aspiraciones y las esperanzas de decenas de millones de pobres y de indígenas de América Latina, cabalgando a lomos de sus deseos de una vida mejor.

En Bolivia, sin embargo, estamos ante un fenómeno bien distinto, como es la fusión entre los elementos más extremistas del indigenismo con elementos marxista-leninistas de línea dura. Los últimos acontecimientos ponen de manifiesto la quiebra en el seno de la sociedad boliviana. Por un lado se encuentran aquellos que, movidos por décadas o siglos de opresión, ven en Evo Morales el primer paso hacia la total conquista del poder por la clase oprimida; esto es, las comunidades indígenas. De otra parte encontramos a quienes pretenden que el sistema democrático, la división de poderes y la descentralización administrativa sean respetados.

Las prefecturas orientales del país, las más ricas en hidrocarburos y otros recursos naturales -Tarija, Beni, Pando y Santa Cruz- llevan meses reivindicando una mayor autonomía y descentralización. No todo el mundo en estos departamentos es rico, y los que se oponen a la extensión y consolidación del nuevo régimen autoritario son tan pobres como los de enfrente. Sin embargo, nada de esto justifica la violencia.

La violencia y la inestabilidad que se están adueñando de Bolivia tienen su origen en una forma de gobernar que ha querido excluir a la mitad del país y que, lejos de resolver los verdaderos problemas que tienen los bolivianos, se han dedicado a buscar fórmulas para garantizarse la perpetuación en el poder.

Ya sabemos, sin embargo, que el populismo y el indigenismo radical necesitan del enemigo exterior -Estados Unidos y Occidente-, de teorías conspiratorias para explicar la mala fe y la agresividad de sus enemigos, así como su incapacidad para resolver problemas y, por último, del más intenso victimismo que haya podido verse en los últimos años en la política internacional.

Y concluye:

El populismo y el indigenismo radical están instalados en una peligrosa huida hacia delante. Sus acciones políticas son cada vez más histriónicas y su discurso cada vez más radical. Están a la que salta y apoyan todo aquello que creen se opone a los intereses generales de Occidente en general y de Estados Unidos en particular.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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