Obama y McCain suben la apuesta de cara al segundo debate presidencial

Obama y McCain suben la apuesta de cara al segundo debate presidencial

(PL).- El debate de esta noche en Nashville tiene un formato muy distinto a los dos anteriores.

Esta vez será el público quien haga las preguntas. Y las encuestas dicen que la economía asusta mucho más a los americanos que la seguridad nacional.

Explica José Gabriel Herrero en la web de RTVE que un 70%de los estadounidenses siguen muy de cerca la evolución de la crisis financiera, según el prestigioso Pew Research Center. A modo de comparación, la preocupación por los ataques terroristas era del 78% tres semanas después de los atentados del 11-S.

Si la economía centra finalmente el debate, se trata de un terreno minado para McCain. Todavía colea su imagen impulsiva, cuando decidió suspender la campaña y volver a Washington para salvar al país de la crisis. Su papel en las negociaciones en el Congreso fue en el mejor de los casos irrelevante. En el peor, su irrupción complicó las negociaciones y retrasó el acuerdo.

Al margen de la valoración política, los sondeos muestran que los demócratas han ganado seis puntos desde la quiebra de Lehman Brothers. Y es interesante también que ni el debate vicepresidencial ni la aprobación del plan de rescate hayan modificado sustancialmente las preferencias de los votantes.

A la inversa. Obama ha mantenido una prudente distancia y ha hecho gala de su sangre fría ante los acontecimientos. Apoyó el plan con condiciones: supervisión colegiada del rescate, extensión de la ayuda a los hipotecados y ni un centavo en indemnizaciones a los ejecutivos responsables del desaguisado.

Pero además, ha desplegado todas las armas de campaña para reforzar el mensaje de McCain como sucesor de Bush, como miembro del mismo partido republicano que ha ocupado la Casa Blanca en los últimos ocho años, como responsable de no atajar a tiempo la crisis de las hipotecas ‘subprime’. Y cala.

Cala en los pensionistas de Florida, cuyos ahorros corren el riesgo de evaporarse. Cala en los trabajadores de la industria del automóvil de Michigan, que se van al paro por el retraimiento del consumo. Cala en los propietarios de viviendas en Nevada, donde la tasa de embargos es la mayor del país.

Cala en los conductores de Virginia, que juran cada vez que llenan el depósito, mientras McCain quiere bajar los impuestos a las petroleras.

«Esta nación no puede permitirse cuatro años más como los ocho anteriores». Reitera Obama.

El candidato demócrata tiene el viento de cola cuando faltan 27 días para las elecciones. Y además cuenta con una ventaja única. Ha sabido movilizar como nunca a las bases demócratas, gracias a internet. Y los réditos son también económicos.

Cuenta con cerca de 80 millones de dólares para financiar su campaña. A McCain sólo le quedan 31 millones. Un músculo que permite al demócrata hacer incursiones en feudos republicanos al tiempo que limita la capacidad ofensiva de McCain.

Los republicanos han dado por perdida la batalla en Michigan y concentran sus recursos en cuatro estados que votaron demócrata en las últimas elecciones: Pensilvania, New Hampshire, Wisconsin y Minesota. En cambio, Obama no sólo defiende estos bastiones sino que ataca en más frentes: Colorado, Florida, Nevada, Ohio, Virginia y Carolina del Norte.

Este último estado es un buen ejemplo de feudo conservador: Bush ganó en 2004 por 13 puntos. A día de hoy, la diferencia no llega al uno por ciento. Y no es casualidad que este fin de semana Obama haya preparado el debate en Asheville, en Carolina del Norte, rodeado de sus estrategas, David Axelrod y Robert Gibbs, además del responsable de campaña, David Plouffe y un sparring de la época Clinton, Greg Craig.

Obama va en cabeza

El resultado de la ofensiva demócrata es aún más dramático en Florida. Hace seis semanas, McCain lideraba las encuestas con 10 puntos de ventaja. Ahora se han dado la vuelta y es Obama quien saca entre 3 y 8 puntos.

Y sin embargo, con todo a su favor, el candidato demócrata «sólo» aventaja a McCain por ocho puntos de media a nivel nacional. Los republicanos lo achacan a las dudas sobre la capacidad y experiencia de Obama. Y por ahí irán los tiros esta noche.

La candidata republicana a vicepresidente, Sarah Palin, ha dado bastantes pistas este fin de semana.

La telegénica ‘hockey mom’ ha endurecido el tono de su discurso y se ha despachado con que Obama mantiene contactos con los terroristas. La estrategia es clara: olvidarse de la economía y hablar de Obama para decir que el cambio que propone no es el que necesita Estados Unidos.

Los demócratas responden con más trapos sucios y vinculan a McCain con una quiebra fraudulenta en los años ochenta. Entramos pues en la parte más sucia de la campaña.

McCain se tomado más en serio este segundo debate que el primero en Misisipi. Es su penúltima oportunidad para cambiar el curso de la carrera electoral. Se ha preparado este fin de semana en Arizona, con el ex congresista por Ohio, Rob Portman, que hace de Obama. En principio, el formato abierto de esta noche favorecería a McCain, como dejan caer los demócratas, que tratan de aumentar ladinamente las expectativas.

Pero lo cierto es que el cara a cara no facilita a los republicanos el objetivo de desviar la atención de la economía. Tampoco permite ser especialmente agresivo, porque los candidatos responderán directamente a las preguntas del público o a las que traslade de internet el moderador, Tom Brokaw, de la NBC.

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