«Estuve diez años trabajando con extranjeros y la inmigración de entonces es distinta de la de ahora. Yo llevaba inmigrantes que venían a trabajar, gente que necesitaba buscarse la vida y sobre todo a ayudar a sus familias enviándoles dinero a sus países de origen. Eran principalmente prostitutas extranjeras, la mayoría de las cuales dejaban hijos en sus países. Llegaban a España con la ilusión de propocionarles una vida mejor.
Éramos cuatro gatos los abogados especializados en extranjería. No había asociaciones. No existía en el Colegio de Abogados turno de extranjería, como ahora.
Ahora, mi percepción es que el inmigrante no necesita en la mayoría de los casos acudir a un abogado y en cambio cada vez hay más abogados dedicados a la extranjería. Por lo que algo está pasando: o se está engañando al extranjero o se le está engañando.
Actualmente, a diferencia de hace años, no hay muchas opciones para regularizar su situación. Son habas contadas y no hace falta pagar abogado para rellenar un formulario.»