(PL).- El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, se manifiesta convencido de que su país, al que la crisis mundial llegó más tarde que a otros, la superará también antes.
En unas declaraciones al diario británico «Financial Times», Lula califica el año 2008 de «excelente» y se muestra también optimista sobre las perspectivas del año actual.
El periódico coincide en que la mayoría de los brasileños ha visto mejorar su situación bajo su gobierno gracias al crecimiento del empleo y de las remuneraciones, al menos, agrega, hasta que comenzó a golpear la crisis a finales del año pasado.
Lula argumenta, y pocos observadores están en desacuerdo con él, según el «Financial Times», que Brasil está en mejores condiciones hoy de superar la crisis que hace una década, cuando las crisis rusa y asiática llevaron a una enorme fuga de capitales y pusieron al país al borde del impago.
Desde que Lula llegó al poder en 2003, la demanda de alimentos y productos industriales, sumada a los altos niveles de inversiones extranjeras directas, han ayudado a Brasil a acumular reservas en moneda extranjera por más de 200.000 millones de dólares, un gran colchón frente a la volatilidad.
Al mismo tiempo, señala el periódico, Brasil está relativamente aislado del mundo exterior: las exportaciones equivalen a sólo un 14 por ciento del Producto Interior Bruto mientras que los créditos representan sólo un 30 por ciento del PIB, y pocos de ellos además proceden de fuera.
Esa doble circunstancia debería servir para proteger a Brasil frente a la caída de la demanda mundial y el agotamiento de los créditos a nivel global.
Sin embargo, según Marcelo Carvalho, jefe de análisis económicos de Morgan Stanley en Sao Paulo, «Brasil es bastante más vulnerable de lo que creen muchos».
«El panorama global es muy malo y la crisis será aquí más pronunciada de lo que piensa mucha gente», explica Carvalho al «Financial Times».
Según Carvalho, el rápido ritmo de caída de las exportaciones es más importante que su volumen en relación con el PIB.
Al mismo tiempo, la salidas de capitales son muy negativas, el cierre de los mercados crediticios exteriores ha afectado también negativamente al brasileño y, lo que es tal vez más importante, la pérdida de confianza de empresas y consumidores ha supuesto un frenazo para la actividad económica.
La popularidad continuada de Lula se debe a que no hay aún una clara percepción de la crisis, pero esto podría cambiar ahora, a juzgar por las cifras de empleo, añade el «Financial Times».
En diciembre se perdieron más de 650.000 puestos de trabajo en la economía formal, a los que se agregaron otros 100.000 en enero, aunque dos tercios como mínimo de esas pérdidas se debieron a factores estacionales.
Pero muchos brasileños no han regresado al mercado laboral hasta la semana pasada, tras el paréntesis que va desde las Navidades hasta el Carnaval, y el aumento del índice de paro desde un 7,4 por ciento hasta un 8,6 por ciento en enero podría afectarlos.
«Nuestra máxima preocupación es que no se dé marcha atrás en nuestros logros en materia de empleo y de ingresos para docenas de millones de ciudadanos que están entre los más pobres de Brasil», explica Lula.