(PD).- Cuba mueve ficha. Después de que Estados Unidos levantara las restricciones a los viajes y al envío de remesas a la isla para los ciudadanos cubano-estadounidenses, Raúl Castro se mostró dispuesto a dialogar con el país norteamericano sin restricciones: «He mandado a decir al Gobierno estadounidense, en privado y en público, que estamos dispuestos a discutir todo; derechos humanos, libertad de prensa, presos políticos».
Pero -como subraya Manuel Cascante en ABC– pone una premisa: «Cuba está abierta a discutir en igualdad de condiciones, sin la menor sombra sobre nuestra soberanía y sin la más mínima violación al derecho de la autodeterminación del pueblo cubano».
Castro incluso se animó a entrar en detalles:
«Si quieren la libertad de los presos (políticos), suelten a nuestros cinco héroes que están presos por luchar contra el terrorismo y defender al pueblo cubano —en referencia a los cinco detenidos en 1998 por el FBI, acusados de espionaje- y les mandamos para allá a esos llamados disidentes y sus familias».
Barack Obama le respondía desde Puerto España, durante la apertura de la V Cumbre de las Américas:
«EE.UU. busca un nuevo comienzo con Cuba; será un largo camino que debe recorrerse para superar décadas de desconfianza, pero hay pasos clave que podemos dar hacia un nuevo día».
Sin embargo, el presidente estadounidense reconocía:
«Déjenme ser claro. No estoy interesado en hablar por hablar. Pero creo que podemos llevar la relación entre EE.UU. y Cuba en una nueva dirección».
Mientras, la secretaria de Estado, Hilary Clinton, de gira por el Caribe, reconocía el fracaso de la política de su país respecto a la mayor de la Antillas.
Raúl Castro participó en Cumaná (Venezuela) en la séptima Cumbre de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), cuyos otros miembros (Bolivia, Cuba, Dominica, Honduras, Nicaragua y el país anfitrión) y tres naciones invitadas (Ecuador, Paraguay y San Vicente y las Granadinas) acordaron hacer causa común con La Habana en Trinidad y Tobago, donde participan todos los países del continente excepto Cuba.
Tanto Castro como sus colegas fueron singularmente duros con la Organización de Estados Americanos (OEA), organizadora de la Cumbre de las Américas: «Tiene que desaparecer».
Después de que el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, descartara —a petición de Bolivia— que la Cumbre fuera a adoptar una resolución sobre el embargo a Cuba, Fidel Castro respondía en un artículo que su país no pedirá «de rodillas» su ingreso a la «infame» y «vetusta» organización.
También Hugo Chávez fustigó al organismo, «ministerio de las colonias» estadounidense, y a su máximo representante, quien «se pone al lado (de Estados Unidos). Es triste y es indigno». Chávez ya adelantó que vetará la declaración final de la Cumbre.
Otros países gobernados por una izquierda menos radical, como Brasil y Argentina, o incluso por políticos conservadores, como la Colombia de Uribe, también parecen dispuestos a plantear el retorno de Cuba a la OEA durante este encuentro de 34 mandatarios del hemisferio occidental.
Levantamiento del bloqueo
En la sesión de apertura, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, reclamó el «levantamiento del bloqueo a la república hermana de Cuba», al considerarlo un «anacronismo» en estos tiempos de «gran cambio», que han puesto al frente del continente a «un sindicalista como Lula de Silva, a un representante de los pueblos originarios como Evo Morales» o al propio Barack Obama. Su petición fue secundada por el nicaragüense Daniel Ortega y por el primer ministro de Belice, Dean Barrow.