(Juanjo Robledo/BBC Mundo).- Mientras algunas calles y estaciones de metro de Madrid están saturadas con carteles de candidatos ecuatorianos a la Asamblea Nacional, la mente de la mayoría de los inmigrantes del país andino está saturada de preocupaciones, deudas e inminentes retornos.
Las elecciones de este domingo tienen un atractivo adicional para la diáspora ecuatoriana: podrá elegir dos diputados que velarán por sus necesidades.
El colectivo de inmigrantes de Ecuador es uno de los más numerosos de España, con más de 600 mil personas. La mayoría se concentra en Madrid (unos 400 mil). Algunos barrios y parques tienen la denominación de «Pequeño Ecuador». Últimamente se ve a ecuatorianos haciendo fila en las oficinas de empleo y de ONGs. Quizás por eso ven las próximas elecciones como algo lejano.
Familias endeudadas
Aurelio Salamea confiesa que tiene muchas necesidades, pero que ya no cree en la política. Detrás de la barra de su restaurante, «Mi lindo Ecuador», flota la recesión.
«Hace un año tenía tres empleados en la cocina y dos camareras. Ahora yo mismo cocino y sirvo. Soy muy escéptico. El hambre del mundo se podría resolver en dos días, pero no interesa solucionarlo», comenta mientras desgrana sus cuitas. Hace un año también tenía cerca de medio millón de dólares en tiendas y restaurantes madrileños. Ahora, dice, «tengo cero».
«Los bancos están recogiendo el dinero que nos prestaron. Y luego rematan lo que compramos: casas, apartamentos. Yo ahora intento pagar la hipoteca como puedo. Esta crisis nos está ahogando, el que sobrevive, bien, y el que no se ahoga», subraya. Muchos ecuatorianos viven con el agua al cuello. Las hipotecas que contrajeron durante la bonanza inmobiliaria española ahora les aprietan.
«Los bancos fueron muy astutos para endeudar a los inmigrantes. Ahora las deudas son piramidales, familias enteras endeudadas porque se avalaron entre ellos. La gente se está quedando sin nada y además hay muchos casos de depresión», comenta la ecuatoriana Carmen Ballagán, candidata del Movimiento de Municipalidades por la Integridad Nacional.
Ballagán lleva once años en Madrid. Emigró con sus cuatro hijos y desde entonces se ha convertido en un referente del colectivo. Desde Loja, sur de Ecuador, se trajo una imagen de la Virgen del Cisne que logró convocar a casi 20 mil ecuatorianos en la Plaza Mayor de Madrid.
«La vida del inmigrante es muy dura: Yo he limpiado pisos, he llorado, me he vuelto a levantar… Estamos proponiendo dignificar al inmigrante, que si quiere regresar tenga subvenciones para montar su empresa. Y para quienes se queden, brindarles facilidades para que homologuen sus títulos y para que no se sientan discriminados. Hay que acabar con las redadas que hace la policía en distintos puntos de la ciudad», se queja.
Crisis y desempleo
La ecuatoriana Eva Simbaña se ha enterado de las elecciones a través de las paredes empapeladas en el barrio Tetuán, la zona con más inmigrantes en Madrid. Aún no sabe si va a votar, su preocupación se centra en sacar adelante la pequeña peluquería que acaba de abrir.
«La gente ya no envía dinero a sus familias, eso se está acabando. Mucha gente se está yendo, dejan los pisos (apartamentos) y se van. Tienen miedo de que les metan a la cárcel porque no han terminado de pagar la hipoteca, pero hemos escuchado que si llegas a Ecuador ya no te pueden hacer nada», comenta mientras barre unas motas de pelo. Ella se ha ido convirtiendo en la albacea de los muebles de los que se marchan.
«Y de los clientes», apunta. «Hace poco cerró una peluquería cercana. Fue mala suerte para ellos pero a mí me vino bien. Su clientela ahora viene aquí», señala. «Me acabo de hipotecar, no me puedo ir», agrega mientras observa a sus dos hijos pequeños.
Una de las propuestas de algunos candidatos es abolir la ley de nacionalidad que aprobó el gobierno del presidente Rafael Correa. Los hijos de ecuatorianos nacidos en el exterior no podrán tener otra nacionalidad hasta que cumplan la mayoría de edad.
«Es una ley que no tiene ni pies ni cabeza. Les impide a los niños nacidos en España gozar de las ventajas de tener ambas nacionalidades», opina Ballagán.
La ecuatoriana Jhuliana Proaño se siente en una situación similar. Tiene el estatus de residente pero no puede trabajar. «Mi esposo está en el ejército. Vine por reagrupamiento familiar. Puedo vivir en Madrid pero no puedo trabajar. Los gobiernos de Ecuador y España no se ponen de acuerdo en ese tema que afecta a muchas familias», comenta.
En Ecuador se desempeñaba como auxiliar de enfermería. En Madrid se inscribe en cuanto curso y taller de geriatría encuentra, esperando una oportunidad de trabajo. En esos talleres ha conocido a otra ecuatoriana, Becky Moncayo.
La necesidad de Moncayo es diferente. Puede trabajar, pero no encuentra empleo. España es el país de la Unión Europea con más desempleo (cerca de cuatro millones de personas). Durante semanas se ha dedicado a repartir su currículum, preguntar en oficinas de empleo, pegar anuncios. Pero no la llaman. «Soy secretaria bilingüe. Busco hasta debajo de las piedras, pero no encuentro nada», confiesa.
Lleva diez años en España con sus dos hijos. La crisis y el desempleo ya no sólo le saturan la mente sino el cuerpo. «A veces siento que me estoy enfermando. Ya no es algo mental, sino físico. Voy a seguir buscando, no tengo otra opción», asegura. De unos meses para acá le envían remesas desde Ecuador.