Durante 40 años mantuvo secreto su affaire con el presidente de Estados Unidos. Pero ahora, la ex becaria Mimi Beardsley Alford, protagonista de una relación sexual de 18 meses con John Fitzgerald Kennedy, ha decidido por fin contar lo qué pasó entonces en la Casa Blanca.
Una biografía del ex jefe de Estado publicada en 2003 sacó a la luz los hechos. Mimi Beardsley tampoco había contado la historia a sus familiares o a sus hijos. Un periódico de Nueva York descubrió que la mujer se había casado, había cambiado su apellido por el de Fahnestock, se había divorciado y estaba trabajando como administradora para una iglesia presbiteriana.
Cuenta Chris McGreal en The Guardian que, después de estas revelaciones, Mimi Beardsley se limitó a confirmar que tuvo «una relación sexual» con JKF a partir de junio de 1962. Pero su agente, Mark Reiter, acaba de anunciar a The New York Times que la ex amante del presidente está escribiendo su propia versión de los hechos en el libro Once Upon a Secret (Érase una vez un secreto), de próxima publicación.
«Me gustaría poder controlar toda esa historia, antes de que otros cuenten mi parte», dijo la ex becaria a Reiter, quien aclaró enseguida que su cliente no hablará de los detalles picantes del affaire. «No es el tipo de mujer que hable de cosas íntimas ante todo el país», aseguró.
La historia salió a la luz en ‘J. F. Kennedy, una vida inacabada’, de Robert Dallek, un libro que recoge el testimonio de Barbara Gamarekian, vicesecretaria de prensa del presidente demócrata, que aseguró que para JFK y sus ayudantes no era raro mantener relaciones sexuales con las jóvenes chicas que trabajaban en la Casa Blanca.
En el libro se cuenta que en una ocasión el jefe de Estado intentó estar con Mimi Beardsley durante una visita a Nassau.
Pero el asesor de prensa Pierre Salinger y otros funcionarios se acercaron al coche donde la chica estaba escondida y la vieron sentada en el suelo. «Aparentemente, estuvo allí durante varios días», cuenta la biografía.
Gamarekian también contó que Kennedy amenazaba con despedir a cualquiera que ofendiera a Mimi Beardsley, que una vez llamó al jefe de Estado en Irlanda para quejarse de que no le habían concedido un día de libranza:
«Era un poco inusual que ella consiguiera llamar al presidente desde la Casa Blanca y lograra hablar directamente con él».
Los escándalos nunca salieron a la luz porque Kennedy contaba con la colaboración de una prensa amiga. «Era una especie de gran chiste. Todos sabían lo que estaba pasando y hacían comentarios maliciosos», recuerda Gamarekian, pero nadie se atrevió a escribir nada.
Gamarekian también aseguró que otras chicas «jóvenes y atractivas» gozaban de una «relación especial» con el presidente Kennedy. «Lo que me sorprendía es que estas dos o tres chicas eran grandes amigas y se reunían para cuchichear y reírse. Parecía que no había celos entre ellas. Todo era una gran y feliz fiesta».