Los hombres subsaharianos y latinos son el colectivo de inmigrantes que más acude al médico en España

(PD).- Los subsaharianos y latinoamericanos son los colectivos de inmigrantes que más acuden al médico en España, siendo los primeros los que mayor uso hacen de la atención especializada y los segundos, quienes más acuden a las Urgencias, según un estudio realizado por el Instituto de Salud Carlos III y presentado hoy por la doctora Belén Sanz, de la Escuela Nacional de Sanidad de este instituto, en el marco del encuentro organizado por la Real Academia Nacional de Medicina (RANM) y Novartis sobre la salud del inmigrante.

Según este trabajo, basado en datos de la Encuesta Nacional de Salud de España (2006) sobre población adulta entre 16 y los 74 años –que incluye ciudadanos de Europa, Estados Unidos y Canadá–, tomando como referente la frecuencia de uso de estos servicios de los españoles (1), los subsaharianos acudirían casi el triple a las consultas especializadas (2,93), siendo importante también su peso en la tasa de hospitalizaciones (2,04). Por su parte, los pacientes latinos irían a Urgencias casi el doble que los españoles (1,68).

No obstante, según la doctora Sanz, estos dos colectivos son «las excepciones» dentro de la población inmigrante en general, que acude menos al médico que la española, y dentro del grupo de los hombres extranjeros en particular, los que menos van al médico.

Para la experta, que subsaharianos y latinos acudan con más frecuencia a estas consultas puede deberse, en el primer caso, a que la población procedente de África «no tenga la salud tan buena que le suponíamos», ya que sus zonas de origen tienen «una alta carga de enfermedad», y en el segundo, a que las largas jornadas de trabajo, en muchas ocasiones en condiciones precarias, hacen que, en muchas ocasiones, «la salud sólo sea una prioridad cuando impide trabajar».

La razón que convierten al resto de los varones extranjeros en la población que menos utiliza los servicios sanitarios podría ser, según la doctora Sanz, que en sus países de origen sea costumbre acudir menos al médico que en España, uno de los países de la Unión Europea con una frecuentación más alta de las consultas sanitarias.

MATERNIDAD, LA ‘LLAVE’ DEL SISTEMA DE SALUD

El caso de las mujeres inmigrantes es diferente, ya que acuden al médico con similar frecuencia que las españolas, siendo las subsaharianas son las que más visitan al médico de Atención Primaria (4,06), al especialista (2,29), las Urgencias (2,92) y los hospitales (2,52). Asimismo, las mujeres occidentales, de países ricos, también elevan la tasa de hospitalización (1,75). Por contra, las mujeres del norte de África con las que menos van al especialista (0,39) y las de Asia y Oceanía las que menos van a los centros de salud (0,39).

Que las mujeres inmigrantes hagan un mayor uso de los servicios sanitarios, sin contar los cuidados para el parto, podría deberse, según la doctora Sanz, precisamente al hecho de que este colectivo tiene una mayor tasa de natalidad que el de las españolas y por lo tanto, acuden más al médico y conocen mejor de sistema de salud.

«Es posible que la menor incorporación de la mujer inmigrante al mercado laboral, la mayor dedicación al trabajo reproductivo, así como circunstancias relacionadas con la maternidad, sean factores que estén favoreciendo un contacto más frecuente con el sistema sanitario. El resultado de esto sería que saben moverse mejor por dicho sistema, lo conocen y se han integrado en él», apuntó.

Sin embargo, es «preocupante» el hecho de que las inmigrantes, en general, continúen infrautilizando las técnicas de detección precoz del cáncer de mama y cuello de útero, siendo las sudafricanas las que se practican menos mamografías (0,36) y citologías (0,47), junto con las de Europa del Este, con 0,40 mamografías y 0,38 citologías. Ante esta situación, la experta apuesta por profundizar en el conocimiento de este colectivo en próximas encuestas nacionales de salud con el objetivo de dedicarle más recursos y mejorar su situación.

De mejorar la atención a este colectivo de ciudadanos, tanto de hombres como de mujeres, habló en este encuentro sobre salud del inmigrante el doctor José Luis Martincano, del Grupo de Atención al Inmigrante de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), para quien no prestar «un servicio adecuado» a estas minorías, es decir, una atención sanitaria que tenga en cuenta sus diferencias físicas y culturales, es un acto de «discriminación».

CONTRA ‘LAS CONSULTAS RACISTAS’

A su entender, al margen de las consideraciones personales sobre la inmigración que tenga el profesional de la salud, su obligación es «no ejercer con una actitud racista» y tratar de «adaptarse» a las particularidades de estos pacientes, buscando también de entender sus costumbres, religión e idioma mediante la formación especializada, para que su actuación «no sea un riego más para el inmigrante».

Aunque reconoce que «se les pide mucho» a los profesionales de la salud, el doctor Martincano les pidió hacer un esfuerzo extra en este sentido. Para ello, les ofrece seguir los puntos de la propuesta de SEMERGEN para la buena atención a las minorías, que propone comenzar con una «autoevaluación» del propio sanitario acerca de sus prejuicios y tabús sobre los inmigrantes de la que pueda nacer, después, una correcta «valoración cultural» del paciente y un examen físico que tenga en cuenta las particularidades de su grupo poblacional, también en la elección de los fármacos en cada caso.

Sobre la necesidad de profundizar en la atención al inmigrante y sus características propias intervino también el doctor Joaquim Gascón, del Centro para la Investigación de la Salud Internacional de Barcelona (CRESIB), para quien es falso el mito de que los inmigrantes estén trayendo a España enfermedades ya erradicadas. A su juicio, son las precarias condiciones de hacinamiento en las que vive este colectivo en nuestro país, los culpables de esta situación.

En concreto, el doctor Gascón habló de la enfermedad de Chagas, que en España «ya no se compone de casos anecdóticos, sino que se ha convertido en un problema de salud pública» que sólo se podrá atajar a través de la puesta en marcha de controles sanitarios en las maternidades ya que, si de las 700.000 mujeres latinoamericanas en edad fértil que viven en nuestro país, el 3,4 por ciento están infectadas, es decir, unas 24.000 mujeres, el 7.3 por ciento de los niños, unos 1.800, nacerán con esta enfermedad si no se detecta de forma precoz y se atajan sus síntomas.

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