(PD).- El nuevo presidente de Honduras, Roberto Micheletti, denegó anoche la entrada al país del derrocado Manuel Zelaya para evitar «conflictos internos» y aseguró que «en su momento» el gobernante podrá hacerlo, si es que desea entregarse a la justicia. Enfrentamientos en la pista del aeropuerto entre seguidores del presidente depuesto y el ejército dejan al menos diez heridos.
Tras conocerse la noticia, simpatizantes del depuesto presidente y miembros del Ejército se enfrentaron en la pista del aeropuerto y miembros sanitarios indicaron a Efe que, al cierre de esta edición, se había registrado el primer muerto. Además, al menos diez personas también habían resultado heridas.
Las autoridades hondureñas que detentan el poder desde el pasado domingo, después de que los militares sacaran a Zelaya del poder por la fuerza, no dieron permiso para ingresar al país un avión que debía traer al depuesto mandatario a Tegucigalpa y que debía aterrizar en torno a la una de la madrugada, algo que no se había producido al cierre de esta edición.
«Hemos insistido en que no queremos conflictos internos, aquí no se ha derramado una gota de sangre y esto (la llegada de Zelaya) podría tener como consecuencia eso», dijo Micheletti.
Horas antes, Zelaya ordenó a los militares, desde el avión que le llevaba desde Washington de regreso a su país, abrir el aeropuerto de Tegucigalpa.
«El presidente constitucional está viajando en ese avión», dijo Zelaya, que hizo un llamamiento a la reconciliación y al diálogo a todos los hondureños y pidió al Estado mayor de las Fuerzas Armadas que abran el aeropuerto. «Tratemos de mantener la calma», dijo Zelaya que invitó a los hondureños a «caminar hacia el aeropuerto» y a hablar «con los policías, con los soldados».
Pero el director de Aeronáutica Civil de Honduras, Alfredo San Martín, aseguró que el avión aterrizará en El Salvador porque no tiene autorización para hacerlo en territorio hondureño.
Zelaya pidió durante el vuelo al jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas hondureñas, Romeo Vásquez, que «retenga a las tropas» que, según Telesur, estaban reprimiendo a los manifestantes.
Zelaya afirmó que viajaba «sin armas y pacíficamente a dialogar» y pidió al general Vásquez que «retenga la masacre» al ser informado por la cadena de disparos y posiblemente muertos en Tegucigalpa.