El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, aseguró este lunes que la ley de amnistía a los inmigrantes que sancionó la semana pasada es una lección que Brasil da al mundo desarrollado.
El gobernante brasileño afirmó en su programa semanal de radio, Desayuno con el presidente, que mientras que los países más ricos persiguen a los inmigrantes y difunden la idea de que se trata de un problema que agrava el desempleo, en Brasil se les reconocen sus derechos.
«Vamos a dar a los inmigrantes los mismos derechos que a los ciudadanos brasileños, a excepción de los derechos exclusivos de los nacionales [como votar y aspirar a mandatos públicos]», aseguró Lula.
El mandatario añadió que, con la ley de amnistía, los inmigrantes que llegaron a Brasil antes del 1 de febrero de este año podrán ejercer derechos como la libertad de circular por todo el territorio nacional, el pleno acceso al trabajo remunerado y acceso a los servicios de educación, salud y justicia.
«Hemos dicho a los inmigrantes: ustedes son nuestros hermanos y están aquí para ayudar a Brasil a crecer»
, afirmó el ex líder sindical, quien explicó que eso es lo mínimo que puede hacer un país como Brasil, que fue construido por inmigrantes.
La ley de amnistía para los ciudadanos ilegales impulsada por Lula establece que los extranjeros que hayan llegado a Brasil antes del pasado 1 de febrero en situación irregular tendrán derecho a solicitar un permiso de residencia temporal por dos años, que, una vez transcurrido ese periodo, podrá convertirse en permanente.
En 1988, una amnistía similar permitió la regularización de cerca de 40.000 inmigrantes ilegales, y ahora se calcula que ésta puede beneficiar a unos 200.000 extranjeros.
Lula agregó en su programa semanal de radio que Brasil también lanzó la semana pasada el llamado Certificado Negativo de Naturalización, una herramienta que permitirá que el extranjero con derecho a solicitar la naturalización pueda hacerlo por Internet de forma «rápida, segura y transparente».
Agregó que el certificado reducirá a pocos días lo que antes exigía un plazo de uno o dos años. «Es otra demostración del tratamiento que Brasil quiere dar a los hermanos que vinieron de otros países», afirmó.