No, no es a causa de un escándalo sexual; es a causa de un escándalo histórico: El trato que la religión ha dado, y da, a la mujer. Lo explica Pachi Rosés en su blog, titulado En Tierra de Nadie.
En el artículo “Losing My religion for equality“, Jimmy Carter justifica su abandono de la Convención Baptista del Sur, tras 60 años de permanencia, debido a que sus líderes seleccionaron unos versículos de la Biblia en los que se justificaba la preponderancia (o la superioridad) del hombre sobre la mujer.
“It was, however, an unavoidable decision when the convention’s leaders, quoting a few carefully selected Bible verses and claiming that Eve was created second to Adam and was responsible for original sin, ordained that women must be “subservient” to their husbands and prohibited from serving as deacons, pastors or chaplains in the military service.”
A partir de aquí Carter argumenta contra prácticamente todas las religiones por haber marginado históricamente a la mitad de la sociedad mundial.
Más ácida es la crítica a los líderes que no se atreven a cuestionar esta discriminación: “Tradición y Religión son áreas poderosas y sensibles para desafiarlas”. Entre líneas: cobardes.
En su artículo se retuerce, de forma explícita e implícita, un valor en desuso: “la ancianidad”; los miedos que se desvanecen con los años a la hora de decir lo que honestamente se piensa; cómo uno se libera de temores de aceptación, del pavor al qué dirán y cómo nos presionarán.
Vanitas vanitatis et omnia vanitas.
Carter nos habla de un interesante grupo creado en torno a la figura de Nelson Mandela, The Elders, y cómo van a luchar contra la discriminación global de género.
The Elders are an independent group of eminent global leaders, brought together by former South African president Nelson Mandela, who offer their influence and experience to support peace building, help address major causes of human suffering and promote the shared interests of humanity. We have decided to draw particular attention to the responsibility of religious and traditional leaders in ensuring equality and human rights and have recently published a statement that declares: “The justification of discrimination against women and girls on grounds of religion or tradition, as if it were prescribed by a Higher Authority, is unacceptable.”
Para Jimmy Carter, la discriminación que las religiones ejercen no sólo conculcan la Declaración Universal de los Derechos Humanos, también las enseñanzas de los fundadores de las grandes religiones.
Ya era hora de que, después de 60 años de pertenecer a la Convención Baptista Sureña, a Carter le hayan hecho daño en los oídos, en el cerebro, en el entendimiento, esos versículos que habrá escuchado y leído decenas de veces.
Dado el ”insignificante” puesto de responsabilidad que tuvo como ocupante de la Casa Blanca, esta marcha atrás me parece tardía, aunque más vale tarde… Ofrezco mi aplauso a su grupo de “ancianitos”. Estoy con ellos.