Redada de inmigrantes en los restaurantes más lujosos de San Lorenzo de El Escorial

Hace un par de semanas, exactamente el sábado 11 de julio y en plena temporada estival, algunos de los mejores restaurantes de San Lorenzo de El Escorial, en Madrid, recibieron la siempre desagradable visita de una inspección de trabajo. Así, por sorpresa, como se suelen hacer estas cosas, con nocturnidad y alevosía.

El asunto no es baladí ya que, alrededor del Monasterio, uno de los principales monumentos renacentistas españoles, se ha articulado una potente industria turística y hostelera, que ha convertido a San Lorenzo de El Escorial, en uno de los principales destinos de la Comunidad de Madrid con atractivos lugares de ocio.

‘El Charolés’, por ejemplo, es un restaurante harto conocido para los que gustan del sabroso bovino Charolés y al que hay que ir con la cartera bien fajada de billetes o una tarjeta que aguante el envite.

En ‘El Charolés’ no hay manera de comer barato, no señor. La excelencia se paga. Pues bien, estaban dicho sábado medio llenos, medio vacíos -según se mire-, los dos saloncitos del restaurante cuando se presentaron varios agentes de trabajo y detuvieron a cinco trabajadores inmigrantes sin permiso de trabajo.

El varapalo fue doble: 600.000 euros de multa para la sociedad propietaria del restaurante -de la que el gentil Manolo Míguez es accionista mayoritario- y el contratiempo de quedarse sin servicio en temporada alta.

Otro restaurante con terraza, muy concurrido en verano, situado en la llamada plaza de Alaska, también sufrió la inspección de trabajo. Lo mismo: unos cuantos trabajadores ilegales en las cocinas. Todos inmigrantes.

A partir de ese momento, los locales se empezaron a dar la voz unos a otros para que ‘no les pillaran con el carrito del helado’. La propietaria de un restaurante de la localidad serrana comentaba días después: “A mí me dio tiempo a avisar a mi negrito de que si venían se quitara el mandil y se camuflara entre los clientes”.

En San Lorenzo dan por hecho de que la cosa no quedará ahí y que los inspectores volverán por sus fueros. En la localidad, las críticas van dirigidas al alcalde del municipio, José Luis Fernández-Quejo, que lleva ya más de doce años en el cargo: “No se entera de la misa la mitad. Ni de las irregularidades ni de nada”.

En los mentideros de palacio se comenta que pretende retirarse, que no se presenta para las municipales de 2011. Sin embargo, en declaraciones a El Confidencial, el propio Fernández-Quejo ha dicho que «si mi partido me elige, me voy a volver a presentar. Y, a día de hoy, no hay ninguna candidatura alternativa».

¿Recuerdan ustedes la que se montó cuando otra inspección de trabajo descubrió a 18 trabajadoras de una residencia de ancianos de la Fundación Amparo Cuevas, la vidente de El Escorial? En ese caso dijeron que las mujeres trabajaban por amor a Dios… Ahora nadie sabe qué excusa pondrán empresarios e inmigrantes. Quizá que lo hicieron por amor a los chuletones de buey y el jamón de jabugo.

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