El presidente boliviano Evo Morales calificó a la Iglesia Católica de «símbolo vivo» del colonialismo europeo que debe desaparecer de Bolivia y advirtió además que la Iglesia pasará a ser controlada por el estado y que su margen de acción será reducido al mínimo porque no se trata de una institución política ni social sino simplemente tradicionalista.
“El Estado será quien controle a todas las instituciones y sus respectivas funciones”, manifestó Morales refiriéndose a sus planes para controlar la Iglesia Católica en su país, probablemente a imitación de la política del gobierno chino, que mantiene un conflicto con el Vaticano por controlar la Iglesia Católica china hasta en la ordenación de religiosos.
Entre las medidas, Morales adelantó que abolirá el curso de religión y lo sustituirá por uno de lenguas nativas. También abolirá diversas festividades religiosas tradicionales, como la fiesta de Urkupina y la festividad del Gran Poder al considerarlas símbolos de colonialismo europeo y un derroche económico innecesario que no entra en su política de formar un estado socialista.
El anuncio de Morales mereció el rechazo de diversos sectores, inclusive en el Vaticano, pues en Bolivia la población católica es de un 93%. A las críticas de la Santa Sede, Morales replicó que “el Papa gobierna en el Vaticano pero no en Bolivia”.
En tanto, la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) respondió a Morales, quien afirmó que existen divisiones entre los católicos y le precisó que la Iglesia es una sola y que está en «ordenada comunión jerárquica al servicio de la construcción del Reino de Dios. Los obispos aclaran que «esta visión de fe y de sentido común, arraigada en nuestro pueblo, está lejos de ideologías superadas que ven en la religión una amenaza a sus propios proyectos de poder».
El comunicado episcopal señala que la Iglesia Católica «enseña que la oración facilita un proceso de liberación interior, al tiempo que aporta soluciones constructivas y duraderas para la convivencia social por el camino de la no violencia», y que «la Iglesia Católica en Bolivia recibió críticas y acusaciones, tanto en tiempos de dictadura como en democracia, por no ser bien entendida y por tratar de ser fiel al mandato de amor que recibió de Jesucristo lo que, con frecuencia, la convierte en signo de contradicción en el mundo, al igual que su Maestro».
«Esta Conferencia Episcopal anima a asumir responsablemente la historia, con sus luces y sombras, siendo capaces de aprender de nuestros propios errores, de fortalecernos en nuestras virtudes y aciertos y mirando el futuro con confianza, más allá de los anclajes de amargura y resentimiento», reza el comunicado.
Añade el texto, «ante los reiterados intentos de encontrar divisiones entre una supuesta Iglesia de base y la jerarquía eclesiástica, la Iglesia Católica afirma su unidad, porque constituye un único Pueblo de Dios, compuesto por obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, en el que actúa en corresponsabilidad y ordenada comunión jerárquica al servicio de la construcción del Reino de Dios».
Finalmente, el mensaje señala que «en esta perspectiva de comunión universal y como respuesta al llamado que hace el papa Benedicto XVI, la Iglesia Católica en Bolivia, compartiendo el sentir de la Conferencia Episcopal de Honduras, pide a los fieles elevar sus oraciones al Señor para que ese hermano pueblo que atraviesa momentos difíciles, sepa encontrar caminos de diálogo, reconciliación, paz y unidad».
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