La alcaldesa belga a la que un vídeoaficionado pilló, en pleno castillo de Olite, en Navarra, disfrutando de las vistas mientras su marido hacía lo mismo pero por detrás
El sexo siempre ha ido de la mano de la política prácticamente desde que comenzara en la antigua Grecia. Otra cosa -como subraya con gracia E. S. Sieteiglesias en ‘La Razón’– es que los ciudadanos se enteraran, pues los escándalos tardaban años en salir a la luz y no suponían una mancha en el expediente.
El tercer presidente de EEUU, Thomas Jefferson, llegó hasta a tener hijos en una relación extramatrimonial. Por suerte para él, no existía internet.
Y es que desde que la era digital ha llegado parece que la clase política es más fogosa que nunca. Por las webs circulan fotografías y vídeos más propios de estrellas del porno que de líderes internacionales.
Después, una discusión, un malentendido o una buena suma de dinero hacen que con un sólo click, dando al botón de enviar, su carrera política quede truncada y sus secretos más íntimos al alcance de las 2.267 millones de personas que manejan internet.
Lo sufrió en sus propias carnes este verano la viceministra de Juventud de Costa Rica, Karina Bolaños, quien fue destituida de su cargo cuando se filtró un vídeo erótico que envió a su amante, en el que, además de fantasear sexualmente con una almohada, le dedicaba unas ardientes palabras:
«Aquí estoy, sola, deseándote. Todo esto que ves es tuyo».
Unas frases tan evocadoras como el popular «bunga, bunga» que nos trae a la cabeza el nombre de Silvio Berlusconi, ex primer ministro de Italia.
‘Il Cavaliere‘ tiene un amplio historial de escándalos, infidelidades y fiestas de sexo, con mujeres en tanga y políticos sin pantalones (ni ropa interior) paseando por Villa Certosa -su mansión en Cerdeña- a cuenta del erario italiano.
Las amigas de Berlusconi no siempre contaban con la mayoría de edad y las imágenes de sus bacanales corrieron como la espuma y fueron portada de distintos medios.
Eso sí, ‘Il Cavaliere’ no dimitió por ninguna de las causas anteriores. Tampoco lo hizo Ilse Uyttersprot, la alcaldesa belga a la que un vídeoaficionado pilló, en pleno castillo de Olite, en Navarra, disfrutando de las vistas mientras su marido hacía lo mismo pero por detrás.
La pareja pagó 5 euros por entrar, se separaron del grupo de visitantes y sucumbieron a sus pasiones. El vídeo llevaba subido desde hacía dos años a una web de porno casero hasta que alguien reconoció en 2011 a la alcaldesa de Aslst y se convirtió en viral.
Fue entonces cuando se le añadió ese toque de morbo con el que llenar telediarios.
Los directores de informativos, y tiendas de juguetes eróticos de EEUU se frotaron las manos cuando el congresista demócrata Anthony Weiner envió a distintas chicas a través de Twitter fotos de él desnudo, con una toalla a la cintura y tocándose sus partes íntimas.
Al principio dijo que no sabía nada, que su cuenta debía haber sido hackeada.
Pero en internet todo se sabe y finalmente tuvo que reconocer su afán exhibicionista. Frente a centenares de medios de comunicación, presentó su dimisión.
Su muñeco, a imagen y semejanza, sigue hoy en las estanterías. Antes de que saliera a la luz el famoso vídeo de Olvido Hormigos, desde China se habían posicionado muy bien para llevarse el oro al escándalo sexual del verano.
En Baidu, el Twitter chino, se difundieron hasta 100 imágenes de tres políticos del Partido Comunista, desnudos, junto a dos prostitutas. Muchas posadas, otras, en plena orgía.
Las autoridades encargadas de proteger la moral en el gigante asiático trabajaron a destajo para que no se difundieran utilizando todo tipo de armas de censura. Pero sexo e internet son una mezcla incontenible.