La mujer de ‘Candyman’ traga, al parecer, con lo que haga falta. No se queja de que su marido, Travers Beynon, la trate como a una perra y que se vanaglorie de sus hazañas sexuales y de sus excesos de todo tipo, de los que da cuenta puntualmente en su perfil de Instragram.
Hizo su fortuna en el negocio tabacalero, al frente de la corporación Freechoice. Pero los negocios son secundarios en su vida.
Ha convertido su vivienda, bautizada como ‘Candy Shop Mansion’, en todo un prostíbulo para uso y disfrute propio, y tiene contratadas a decenas de modelos que tampoco se quejan.
Su declarado anhelo es competir con Hugh Hefner, el fundador de Playboy.
Taesha Appleby, la esposa, no sólo acepta su comportamiento, sino que participa con entusiasmo de sus actividades.
El caso más extremo fue una foto en la que «Candyman» la lleva a ella y a una modelo con una correa, mientras ellas gatean como si fueran perras.
La pareja tiene dos hijos. Esta semana, los padres de Taesha concedieron una entrevista en la que contaron que su yerno no los deja ver a su nietos.
Además, manifestaron su preocupación por el ambiente en el que están creciendo y por lo que pueda estar pasando por la cabeza de su hija, que acepta semejante aberración como si nada.