Aprovechó que su mujer y su hija habían salido de viaje, y se llevó a la amante a su casa. Lo que iba a ser una juerga sexual en toda regla se convirtió, sin embargo, en una tragedia por culpa de su excesiva afición a las verduras.
Y no es que se cogieran ambos un empacho de garbanzos, sino que se les ocurrió la feliz idea, -a falta de un consolador-, de echar mano de un pepino de considerables proporciones.
Oliver Dietmann, 46, y Erica Varna, de la misma edad, vecinos de Mannheim, Alemania, agarraron una tajada de espanto para ponerse en situación, y se pusieron manos a la obra.
EL MALDITO GUISADO
El hombre, afirma ahora en el juicio al que se le somete y donde se le piden 5 años de cárcel por homicidio negligente, que
«estábamos acostumbrados a utilizar zanahorias y calabacines en nuestra vida sexual»,
por lo que la idea no les parecía nada descabellada.
En un momento del coito, el mentado metió el pepino de marras en la boca de su amante. Fue en ese momento cuando comenzó a sentir olor a quemado procedente de la cocina, por lo que fue a comprobar lo que sucedía.
«Me olvidé que había puesto un trozo de carne en el horno para nuestro perro» ,
explicó.
Lo más raro es que, una vez comprobado el cocido, salió a la terraza fumar un cigarrillo… por espacio de una hora. Cuando volvió a la habitación encontró a la mujer inconsciente en el piso.
El pepino se había atascado en la garganta obstruyendo las vías respiratorias y asfixiándola.
Inmediatamente fue llevada al hospital más cercano, aunque luego entro en coma y murió.