La escabrosa escena no tiene lugar en algún recóndito país islámico, como cabría pensarse en un primer momento, sino en un mercadillo de Inglaterra donde algún que otro fanático aprovecha para hacer de las suyas, sin riesgo de ser lapidado o flagelado.
El protagonista del vídeo es un tiparraco musulmán que bien debe estar entrado en la época octogenaria, que debiera estar quizás más inclinada a otros menesteres y no hacia los culos de las despistadas mujeres con burka, que hacen compras sin decir esta boca es mía.
Así, con total desparpajo, se frota sin disimulo contra el trasero de una de ellas, -que se lo pone a huevo sin querer-, insistiendo una y otra vez, con cara de sátiro y haciéndose el sueco. Lamentable.