Con la misma intensidad que las explosiones recreadas en la cinta, Alvarez arrasó las puertas de la meca del cine, que se le abrieron de par en par con la pregunta: "Si hiciste esto con 300 dólares, ¿qué serías capaz de hacer con 40 millones?".
Tras poner fin a la quietud y sosiego de Montevideo con un ejército de titánicos robots que aniquilan todo lo que se interpone en su camino, el novel director de cine uruguayo Federico Alvarez aterriza en Hollywood dispuesto a comandar una invasión alienígena de dimensiones millonarias.A sus 31 años, este montevideano se ha convertido en el cineasta debutante mejor pagado por la industria de Hollywood, que se rindió a sus pies al comprobar la excelencia técnica de «Ataque de pánico», cortometraje que realizó con solo 300 dólares y que se convirtió en un «boom» en cuanto fue colgado en Youtube a comienzos de noviembre.
Con la misma intensidad que las explosiones recreadas en la cinta, Alvarez arrasó las puertas de la meca del cine, que se le abrieron de par en par con la pregunta: «Si hiciste esto con 300 dólares, ¿qué serías capaz de hacer con 40 millones?».
Dos semanas después de que «Ataque de pánico» empezara a circular por la red, Alvarez fue invitado a Los Angeles para reunirse con empresarios de compañías como Dreamworks, Fox y Warner, ansiosos por ser los mecenas de esta nueva promesa del séptimo arte.
Sin embargo, en cuanto el uruguayo escuchó la oferta de la productora de Sam Raimi, director de «El hombre Araña», que le ofreció los 40 millones de dólares para rodar la película de ciencia ficción que le viniera en gana, desechó todas las demás.
Tal vez quiso redimirse de haber interpretado a un «hombre araña trucho» (de medio pelo) en su adolescencia, cuando montó con sus amigos del barrio la saga de héroes «Superpelmazos».
«Ahora mis amigos se ríen de mí con eso», relata Alvarez en una entrevista con Efe en Montevideo, antes de viajar a Los Angeles para trabajar el argumento y seleccionar a los guionistas de su futuro largometraje, que se rodará en Uruguay para abaratar costos.
A los 8 años, este uruguayo de pelo desordenado y voz intensa ya filmaba a sus muñecos Playmobil con la cámara de vídeo casera que su padre trajo de Europa, y a los 14 tenía su propio ordenador y sus primeros programas de animación, en los que «dibujaba con el ratón», recuerda.
Cuando llegó a la facultad para estudiar Comunicación, Alvarez ya había rodado y editado tanto que su única obsesión era disponer de equipos técnicos verdaderos con los que hacer realidad lo que florecía en su imaginación.
Aunque niega ser un maestro de los efectos especiales, los cientos de miles de internautas de todo el mundo que ya han visto «Ataque de pánico» en Youtube no comparten la misma opinión.
«Espectacular», «excelente» y «arriba Uruguay» son algunos de los comentarios que dedican al joven cineasta, que tiene una empresa de postproducción y se ha bregado sobre todo en el terreno de la publicidad.
Según Alvarez, la calidad de su cortometraje fue posible porque dispuso de las herramientas técnicas necesarias, sabía cómo manejarlas y contó con un hilo argumental (la destrucción de su ciudad natal).
A su juicio, cualquiera puede cumplir esos tres requisitos.
«Hoy todo el mundo tiene acceso al software, ya sea comprándolo o bajándolo de Internet. Los del Tercer Mundo somos más vivos en ese sentido, los americanos no tanto, porque temen ir a la cárcel (por piratería)», bromea.
Aprender a usar esas herramientas también está al alcance de cualquiera, pues basta con bajarse las instrucciones de uso de la red, dice.
El tercer requisito es quizá el más importante, ya que «montones de efectos especiales acumulados, si no hay un mínimo hilo narrativo, no tienen sentido», advierte Alvarez.
En su caso, la inspiración llegó tras ver un pequeño corto en el que unos robots destruían Amsterdam (Holanda). «Yo también quise generar la sensación de una historia extraordinaria que ocurre a la vuelta de la esquina», relata.
A todo ello se sumó su tendencia a «mirar el entorno, observar cómo arde el fuego o cómo se refleja la luz», lo que hizo posible el realismo de «Ataque de Pánico», cuatro minutos de ficción en los que cualquier montevideano temblaría de miedo.
No en vano, para diseñar las explosiones de los edificios -todos emblemas de la ciudad, como el Palacio Salvo o el Palacio Legislativo- el cineasta se fijó en imágenes de la guerra de Iraq.
«La referencia no fue otra película, sino que fue la realidad», resalta.
Gracias a Hollywood Alvarez volverá a rodar en Uruguay, aunque ahora un largometraje millonario, en el que adelanta que «no habrá más robots» pero sí una invasión alienígena.